Blogger Template by Blogcrowds.

miércoles, 28 de enero de 2009

Sólo se vive ¿una vez?



"Hoy es un buen día para morir", es lo que pensaría el cabrón del taxi.
Y en un alarde de generosidad, harto magnánimo, imaginó que llevarnos a todos los de la calle con él sería cosa de agradecer.

¡Qué banal que nuestra existencia dependa a veces de la sonrisa de la insultante Fortuna!
Pero hoy la moneda ha caido de Cara.
Gracias a los diosecillos por los pequeños favores.

viernes, 23 de enero de 2009

Malages, culturetas y topicazos de salón.



No soy una gran consumidora de productos televisivos ni siquiera en las largas horas de guardias. Salvando las películas y algunas series de gran calidad mi relación con la caja tonta se limita a las noticias y a la información meteorológica durante la cena como preludio del devedé seleccionado para pasar la sobremesa.

Hace algunas noches, y al acabar la peli, cambié accidentalmente el canal de vídeo del televisor por el de una emisora autonómica.
En pantalla, una señorita extranjera, gabacha para más señas, trataba de hacer reir a los expectadores mostrando una lista de famosos compositores, escritores y artistas, fallecidos siglos ha, y sus poco conocidas tendencias a las desviaciones sexuales.
El conductor del programa cuyo nombre lleva, un joven andaluz salido de un oscuro programa de humor y denunciado en los medios por plagiar monólogos, metía baza constantemente utilizando expresiones locales de tan zafio mal gusto que la sexóloga sólo podía fingir que se tronchaba de risa a pesar de que era obvio que no entendía ni palabra. Además, el buen mozo, alardeando de acento, exageraba tanto la pronunciación que hasta a mí me costaba entender algunas palabras.
Y mira que yo soy ultradefensora del dialecto andaluz -que me encanta en muchas de sus variantes- y su proyección, pero creo que en un programa público deberían mantenerse unas ciertas normas lingüísticas.
Como gracia estaba bien para esoh marditoh roedoreh, pero ya está bien.

Si me quedé mirando el dantesco espectáculo fue porque mi mente se negaba a creer que los responsables de una cadena pública hubieran confiado la dirección de un programa en prime time a un señor -vale que es licenciado en periodismo- que aparentemente no sólo no sabe hilvanar una frase sin licencias escatológicas sino que de forma descarada trata de explotar la gracia del acento y el chascarrillo andaluz con un resultado tal que yo sentí vergüenza ajena.

¿Es eso lo que somos? ¿Los payasos de España? ¿Esa es la imagen que la cadena desea promocionar? ¿Es que Andalucía no posee cultura de calidad?
Está claro que no.
Pocas veces, por no decir nunca, he tenido la fortuna de ver un monográfico andaluz acerca de alguno de nuestros mayores y mejores representantes de la grandeza de nuestra tierra. Picasso, Bécquer, J.R.Jiménez, Machado, Velázquez, Romero de Torres, Cernuda, Góngora, Valdés Leal, Juan Rufo...
Aquí la cultura se escribe con F de flamenco, con G de gastronomía típica, con T de toros y con C de catetos.
Espero que algún día seamos algo más que un montonazo de tópicos.

Mientras tanto, por lo visto el buen gusto se acaba en Despeñaperros.

domingo, 18 de enero de 2009

La Princesa del Guisante


Cuentan los viejos que la soberana del Antiguo Reino buscaba una princesa que fuera auténtica para casar con ella a su heredero.
Cuando una noche de tormenta llamó al castillo una muchacha empapada afirmando ser una princesa extraviada, la reina decidió comprobarlo colocando un guisante bajo veinte colchones y haciendo que la extraña durmiera sobre ellos.
Al despertar a la mañana siguiente, la muchacha se quejó de las durezas insoportables que no la habían dejado dormir, revelando así la delicadeza de su piel y su verdadera condición de princesa.

Estamos tan acostumbrados a las matanzas en el mundo, a las enfermedades o las catástrofes que hemos convertido la conciencia, la solidaridad, la caridad en ese pequeño guisante asfixiado bajo capas de comodidad, autocomplacencia e insensibilidad.
Nos conformamos muchas veces con vacuos gestos grandilocuentes destinados más a propagar la imagen de solidarios que a ejercer realmente como tales.
Organizamos multitudinarias manifestaciones contra el bombardeo en la franja de Gaza , mientras subrepticiamente rogamos por que nos saquen en la tele junto a ese actor que mola tanto y que lleva la pancarta a nuestro lado. Nos colocamos lazos de mil colores para demostrar lo cool que somos apoyando las campañas contra las maléficas enfermedades que diezman el tercer mundo, pero jamás hemos donado un mísero céntimo para vacunas, medicinas o alimentos. Escribimos airadas cartas a los diarios denunciando las condiciones de repatriación de los pobres inmigrantes ilegales, pero volvemos la cabeza en los semáforos cuando el polaco o subsahariano de turno nos tamborilean la ventanilla del coche.

Pero aún no he perdido del todo la esperanza en la bondad el hombre. Son pocas, pero ahí están: personas anónimas que no tiene reparos en participar en montones y montones de actividades que, aunque pudiéran parecer fútiles, alcanzan y llenan mucho más de lo que se pueda imaginar.

L. me dió una vez un verdadero ejemplo de humanidad. Estaba recogiendo ropas de abrigo usadas para repartir entre los vendedores de los semáforos que habitualmente ve en su recorrido al trabajo (una insignificancia entre el montón de actividades en las que estaba comprometida) cuando le pregunté que qué pensaba que iba a conseguir con ese minúsculo gesto inútil. Pero ella, sonriendo con esa calidez que la caracterizaba me respondió:
¡Uy! No te creas que soy tan ingenua como para pensar que un abrigo puede cambiar el Mundo. Pero yo creo que cada persona tiene la capacidad de cambiar la pequeña porción de mundo que la rodea. Si todo el mundo fuera capaz de comprender esto, las cosas irían mejor. Y yo estoy tratando de hacer mi parte día a día.

jueves, 15 de enero de 2009

Millenium: Stieg Larsson




La peña está que flipa con el nuevo bombazo literario Stieg Larsson

El autor de la trilogía Millenium, de la que ya se han publicado en castellano Los hombres que no amaban a las mujeres y La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina murió de un ataque al corazón poco después de entregar a su editor el tercer volumen de la saga y antes de ver publicado el primero.
Larsson, que fue periodista y reportero de guerra, era un experto en los grupos de extrema derecha antidemocrática de su país y denunció en varios de sus escritos las oscuras conexiones entre la extrema derecha y el poder político.
Ferviente luchador contra la violencia, participó a mediados de los ochenta en la fundación del proyecto antiviolencia Stop the Racism, al que siguió en 1995 la Expo Foundation, de cuya revista Expo fue director.
Amante de la literatura de ciencia ficción y del género negro, habla en una entrevista acerca de la serie Millenium:
Empecé a escribir en el año 2001. Escribía libros por diversión. Era algo que tenía en mente desde los años noventa. Kenneth A. de TT [la agencia de noticias central de Suecia] y yo estábamos sentados con los brazos cruzados cuando empecé a escribir un texto sobre los viejos Hernández y Fernández de Tintín. Fue muy divertido, y estuvimos discutiendo acerca de cómo escribir sobre ellos ahora que con cuarenta y cinco años se enfrentaban a su último misterio. De ahí es de dónde surgió la idea, pero al final acabó siendo otra cosa.

En lugar de eso tomé a Pippi Langstrump. Pensé: “¿Qué aspecto tendría actualmente? ¿Qué tipo de adulta sería? ¿Cómo la calificarían? ¿Una sociópata? ¿Una autista? Tiene una visión de la sociedad distinta de la de los demás. (O, visto de otro modo, no observa la sociedad del mismo modo que el resto de la gente.)”. La convertí en Lisbeth Salander, de veinticinco años, una chica que se siente como una extraterrestre entre la gente. No conoce a nadie ni tiene capacidades sociales en absoluto.

Luego necesitaba a alguien como contrapunto. Acabó siendo Mikael Kalle Blomkvist, un periodista de cuarenta y cinco años. Un tipo trabajador, competente, buena persona, que trabaja en su propia revista, llamada Millennium. La acción transcurre alrededor de la oficina de la revista, pero también alrededor de Lisbeth Salander, que parece que carezca de vida propia.

Hay muchas personas implicadas, un amplio abanico social. Trabajo con tres grupos distintos. Uno que se mueve en el entorno de la revista Millennium, que tiene seis empleados. Los caracteres secundarios no se limitan a participar en la escena para decir algo; su manera de actuar influye en la trama. No se trata de un universo cerrado. Luego está la gente de Milton Security, una empresa de seguridad privada con un croata al frente. Y luego está el colectivo de policías: cada uno de ellos también es un protagonista, en cierta manera.

No es hasta el tercer libro cuando se atan todos los cabos y se entiende lo que ha ocurrido. Pero los tres libros son historias autoconclusas. Pero hay algo más. En las novelas de detectives corrientes nunca aparecen las consecuencias de lo que ocurre en las historias del libro siguiente. En la mía sí.


Yo no sé qué me pasa con los suecos; debe ser una fijación, jeje.
Pero ha sido empezar y no poder parar de leer esta historia.

Largsson, con la excusa del argumento de su novela, desmenuza la corrupción de la sociedad escandinava como nadie.
Sus novelas son denuncias acerca de los fraudes monetarios, la violencia de género, el periodismo corrupto, el tráfico de mujeres...
Sus protagonistas adolecen de un extraño carisma: los odias o te enamoras incondicionalmente de ellos. Y yo reconozco que he caido en sus redes.

Acordes y desacuerdos. Salander y Bomkvist: Largsson y su trilogía Milenium en el cine. Link.

miércoles, 14 de enero de 2009

Folie à Deux en Rose


-¡Tita, tita, cuéntame un cuento!

-¡Hmmmm! A ver...
Este era un rey que tenía tres hijas, y las metió en tres botijas y las tapó con pez...
¿Quieres que te lo cuente otra vez?

-¡Nooo!

-Pero yo no te digo que me digas que sí ni que no, sino que este era un rey que tenía tres hijas...

-¡Noooo, porfiporfiporfiiiiii, cuéntame un cuento bonito. Como el de "Pelusita" Roja o ¡no! mejor el de "Lí-babá" ¡no! mejor el de Blancanieves.

-Está bién. Te voy a contar un cuento que es un poema muy bonito:

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes.

Un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

-¡Ay, tita! Vamos a jugar a que yo soy la princesa y tú eres...hmmm...¿Tita?

-¿Sí, tesoro mío?

-Si tú eres la "maddina" ¿eres el Hada "Maddina"?

-Claro que sí, corazón.

-¿Y sabes dar "bezitoz" de hada?

-Ven, que te los doy.

-¿Y tú puedes volar?

-¡Pues claro! Pero sólo cuando las niñas buenas no miran.

-¿Y yo soy buena, tita?

-Pues... Algunas veces eres muy buena, pero me ha dicho un pajarito que algunas veces eres un poco mala, y entonces...

-¿Sí?

-¡ENTONCES VIENE EL MOSTRUO DE LAS COSQUILLAAAAAAAAS!

-¡Aaaaaaaaaaaaa! jajajjajajajjajajajajaajaajajaaj.
Otra vez, tita, porfi, otra vez...

lunes, 12 de enero de 2009

Maléfica S.A.


Las musas no existen.
Dante, Milton o el mismísimo Homero se equivocaban al invocarlas. Y Serrat debería dejar de mirar la pintura del techo y pedir hora al especialista si de verdad pretende componer, porque es un hecho científico comprobado que no hay mejor lugar de inspiración que las salas de espera de las consultas médicas.

Una llega y después de saludar al aire (para no faltar a las buenas costumbre) toma asiento en un sofá diseñado para sentirte un ser inferior y cruza las manos como una niña buena.
Algunas veces nos llevamos un libro para matar el tiempo, el Ipod o la Nintendo. O recojemos una revista (generalmente atrasada o de temática especializada que no entiende ni Dios) y la hojeamos indolentemente para demostrar que no estamos escuchando.
Pero la realidad es que estamos al loro de lo que cuenta la choni que nos ha tocado al lado, que va acompañada de la prima de la cuñada de su novio (con la que iba de marcha a los quince) y que retransmite una conversación como si no creyera en las cualidades de la más exquisita Alta Fidelidad.

La última que tuve que oir versaba sobre los teléfonos de consulta de brujas y videntes que presuntamente nos adivinan la buena fortuna, nos libran del "mal fario" o nos garantizan un trabajo millonario y estable o un amor incondicional por la patilla, sin riesgo y sin esfuerzo.

La conversación, salpicada de expresiones como "quilla", "quefuerrte", "mira, mari", "tía, nopuedocontucuerpo" o "nomelopuedodecreer" hacía referencia a una llamada que había hecho la antes mencionada porque "fijo que ese cabrón me la pega, y como mentere, la guarra esa se queda sin pelo"[sic].

Por lo visto la presunta bruja tuvo una visión: vió agua, un hombre moreno y una mariscada; le cobró cincuenta leurazos por limpiarle el aura y la mandó a la calle con las mismas dudas con las que entró.
Pero la gachona, según decía, no se rindió: entre velas negras, santos contra la pared, perejil, agua bendita y piedras lunares consiguió cosechar la cabellera de la Puri (al menos el mechón que le cupo en la mano).

-¡Pero quilla! ¿De dónde tas sacao tantos videntes?- le pregunta su interlocutora.
-Tía, del tedeté. Si llamas al seiscientos sesenta y seis, seiscientos sesenta y seis, seiscientosesenta y seis te mandan al móvil una lista pa que mires la que más te gusta.
-¿Sí? ¿Y tú a cuál has llamado?
-A toos, tía. A toos

Y es que las brujas ya no son lo que eran. De darnos miedo han pasado a caer en el ridículo. Pero las tecnologías avasallan y las antiguas bolas mágicas no pueden competir con la banda ancha.
Y no digo ninguna barbaridad si mañana llama usted a ese número secreto que le dieron de estranjis pa las duras, y escucha el siguiente mensaje telefónico:

Este es el contestador de Maléfica S.A.
.Si desea adoptar un cuervo obediente que reponde al nombre de Diablo marque cero.
.Si desea un mal de ojo, pulse uno.
.Si desea un maleficio, pulse dos.
.Si desea una transformación, pulse tres.
.Si desea una visión pulse cuatro.
.Si desea...

¡Por Belcebú! A dónde vamos a parar.
Pero ya lo dice el refrán: renovarse o morir.

Compañeros de viaje