Si hasta hace pocos años la palabra mágica de un vestuario que se preciara era "rebajas", las últimas tendencias han adoptado como estandarte la marca "mercadillo". Lo que antes se consideraba una excursión para agenciarse las toallas de Portugal, la gallina-galletero de cerámica o los pañitos de croché multiusos (que lo mismo valían pa la tele que pa un roto en el brazo del sofá) ahora es la máxima expresión del consumismo. Así cualquiera estrena ropa. Y ya no nos extraña nada ver a las chonis de medio pelo (y no tan chonis, oiga, dirá usted) estrenando a diario alguna maravillosa prenda de "Vitorio y los chinos" o de la "Boutique calé".
Y esto pensaba yo el otro día mientras esperaba la cola para gestionar unos documentos en un banco de esos que son "tan amigos" (que cualquiera diría que los bancos gobiernan con el nuevo despotismo ilustrado: todo lo del pueblo, pero sin el pueblo).
El caso es que mientras aguardaba tuve ocasión de ver salir varias veces a la interventora del banco, que andaba atareada en cumplimiento del deber. No es que no pudiera fijarme, todos lo hicimos, porque la muchacha llevaba unas plataformas de vértigo, camiseta steampunk y unos legguins de los que yo llamo de "insert coin" (es que los mires por delante o por detrás, siempre encuentras la ranura).
Muchos de los caballeros presentes estaban encantados, claro que sí. Pero yo (palabritadelniñojesus que no soy tan cotilla) ni siquiera me había formado una opinión. Hasta que llego el momento glorioso... Suena una musiquilla de teléfono y la moza se saca la Blackberry ¡del canalillo!
La realidad me golpeó de forma brutal: Adiós al glamour del chándal y los tacones (por cierto, ya me hubiera gustado saber qué pensó la Martirio al ver los elegantes chándales del equipo olímpico español. La lencería de La Perla ha muerto. Vivan los tangas de "¡diez a cincueros!".
Edición de última hora; si me faltaba poco por ver, hoy he completado el cupo: Estética punk por arriba (parietales rapados y chupa de pincho), falda elástica de brillos tornasolados, media moradas tupidas y botas de motero y, como complemento estrella ganador del premio "Antes muerta que sencilla", polainas (sí, sí, como leen) de cuadros escoceses. ¡Alucina, vecina!
Homenaje a tito King
-
Es un gran problema cuando el relato que has escrito para una antología de
homenaje a equis escritor, se queda "huérfano". Esto es, que no es incluido ...
Hace 3 años