Hace poco más de un mes hablaba de Yoli y sus labios cerúleos. Tenía ocho añitos y así es como la recordaremos para siempre.
Yoli no lo ha logrado. Tampoco (llamémosle hoy así) Alberto.
Ni siquiera le ha dado tiempo de esperar a saber el resultado de las deliberaciones de un comité de trasplantes que decide quién vive y quién muere.
Alberto tenía veintiocho años y gustaba de bromear conmigo:
-
Deja de buscar al hombre de tu vida, morena. ¡Lo tienes delante!.
Y sonreia sabiendo la vida no le iba a dar ninguna oportunidad.
Pero en el Olimpo de mis diosecillos caprichosos debe existir la manzana de la discordia. Y quizá alguno trate de mediar o simplemente, en su crueldad, de darme un respiro. Porque a pesar de todo, algunas de las mayores preocupaciones de mi vida están viendo la luz.
Mi mitad egoista salta de contenta.
Mi mitad solidaria llora en silencio.
Y en esa duplicidad el Verano se nos ha echado encima.
Y ya ha empezado a hacer de las suyas.
7 comentarios:
Eli, lo siento mucho. Muchos besos.
Me uno al pesame Eli. La vida es así de dura, y no respeta a nadie.
Afortunadamente eres mitad y mitad, porque tan malo seria lo entero de uno como de otro.
Dicen que el cerebro humano no está diseñado para la felicidad. Quizás mal de muchos....
Un abrazo (y piensa que dentro de poco vamos a tener un nuevo libro firmado!!)
Al menos una parte de tí está contenta. Abrazo enorme, Eli.
Ya sabéis que yo no suelo llevarme a casa las preocupaciones del trabajo. Que cuando me quito el uniforme me quito el chip de pensar en el hospital. Y que no puedo permitirme el lujo de que la empatía con los pacientes me afecte.
Pero cuando te toca vivir la enfermedad con niños o con jóvenes, las cosas se vuelven más difíciles de aislar.
un abrazo guapa
Qué doloroso tiene que ser, Eli. Qué rabia, qué impotencia, cuántos "por qué". Cómo se explica algo así? Qué sentido tiene?
Pero no sientas culpa por tu felicidad, porque la mereces. Muchos besos.
Publicar un comentario