¡Grita! ¡Llora! ¡Patalea! ¡Vocifera!
El que no llora no mama. La vida es como la bici: si dejas de patalear te caes. Quien bien te quiere te hará llorar. Cuenta tu pena a quien sabe de ella...
El refranero está lleno de frases apropiadas. Las canciones, las películas, todo te incita a soltar lo que llevas dentro.
¡Como si sirviera de algo! ¡Como si el dolor, las penas, los problemas desaparecieran elevando los decibelios!
No. Si algo he aprendido a lo largo de los años es que gritar sólo muestra tu debilidad. Que si quieres acabar con tus desdichas tienes que morderlas, rumiarlas, desgarrarlas y digerirlas hasta que no sean sino el despojo de aquello que te hirió.
Si la pena no muere, se la mata.
Whiners are wieners.
Sólo habla a gritos el que no tiene nada importante que decir.
No. De nada sirve rebelarse. ¿Para qué, si hagas lo que hagas el verano te alcanzará implacable?
Pensaba que se había roto la maldición. Pero ¡ja! de nada me vale ser una ilusa.
Las manidas frases de consuelo -era muy mayor, ya ha dejado de sufrir, apenas se ha dado cuenta- si, puede que tengan razón, pero tenía que ser justo ahora, justo cuando más vulnerables estamos.
Y no obstante, no me resigno.
Es complicado. No voy a exponerme al aire. Pero tampoco me voy a conformar con agachar la cabeza.
"En muchas ocasiones, la única posibilidad que le queda a una mujer es la de ser una cabrona".
¡Y por dios que funciona!
¿Quieres oirla?