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martes, 30 de septiembre de 2008

Symphonie Domestique

Hace tres meses que empezaron los sueños...Y los ruidos.

La vieja apergaminada que me vendió el bebedizo me lo advirtió: "La fuerza de la sangre no olvida lo que le pertenece. Debes enterrarlo".
Pero el dolor y la rabia me consumían, y quemé las sábanas ensangrentadas con los restos de mi maldición al igual que aquella , testigo de mi sumisión, mi vergüenza y mi miedo, con la que envolví al culpable de mi estado.

Hasta los cinco años nunca había temido los ruidos nocturnos. Pero algo pasó entonces.
Desde aquella noche me hacía un ovillo bajo las mantas, tapándome los oidos con las manos, con la tonta esperanza de no escuchar. Más era en vano.
Mientras oyera el sonido del viejo televisor todo iba bien. Pero su silencio auguraba el principio del ritual: el sonido del vaso, el cristal y el líquido vertido, el suspiro de satisfacción de mi padre. Y entonces, el más aterrador de todos: el suave susurro del fieltro de sus suelas al subir las escaleras y el click del pomo al liberar la cerradura de mi cuarto.

Quince años ha durado mi tortura. Y quizá se hubiera prolongado otros tantos si algo no me hubiera hecho despertar de mi impuesta sumisión.

Durante el día gozaba de relativa libertad. El miedo y la vergüenza me impedían confiar en nadie ni pensar en huir, y mi padre contaba con ello. No obstante, solía evitar la compañía de otras personas. Vivíamos bastante alejados y sólo frecuentaba el pueblo en caso de necesidad. Desde que el alcohol se convirtió en la verdadera esposa de papá éste apenas salía de casa. Así que yo aprovechaba para bajar hasta la vereda y pasear a solas.

Hacía bastante calor para la fecha. La vegetación apuntaba la lujuria del verdor estival y los insectos comenzaban a hacerse notar.
La vieja bruja recogía raices lodosas en la orilla mientras farfullaba lo que yo imaginaba como terribles conjuros. Al oirme, levantó la cabeza y me miró fijamente. Sus manos recorrieron en aire a mi alrededor dibujando extraños signos cabalísticos y finalmente se detuvieron sobre mi abdomen.
-Tu niña comparte tu destino- me soltó con voz cascada.

El horror me recorrió como agua helada. Mi ignorancia, o tal vez mi incosciente, no me había permitido reconocer lo que me pasaba. Pero bastó un toque de la realidad que aquella anciana costrosa me anunció para que consiguiera salir de mi letargo.


Esperé pacientemente unas semanas. Bastó un solo golpe en la cabeza para acabar de una vez por todas con el borracho hijo de puta. Nadie te echará de menos, escupí sobre él. Y envolviéndolo en la sábana testigo de su infamia inhumé en el sótano sus restos y mi yugo.

La noche que tomé la horrible poción de la vieja empezaron los sueños. No les dí demasiada importancia, achacándolos a los terribles calambres abdominales, a la fiebre y a la pérdida de sangre. Pero éstos no acabaron.

En mis sueños, escuchaba lamentos muy lejanos que no podía identificar. Durante unos segundos, al abrir los ojos, pensé que los seguía escuchando en la realidad. Pero el agotamiento venció mi maltrecho cuerpo y caí en una especia de semi inconsciencia.

Durante las noches siguientes los sueños fueron haciéndose más concretos. Oía a mi padre; estaba muy enfadado y me maldecía por asesinar lo que por derecho le pertenecía. Pero al despertar comprobé que oía ruidos provenientes del sótano.
En el paroxismo del terror me obligué a mí misma a bajar las escaleras.
La luz iluminó el suelo del sótano, que mantenía el mismo aspecto con que lo había dejado aquella noche.

A la vez que los sueños evolucionaban lo hacían los sonidos. Paso las noches en vela oyendo el susurro de la tierra abriéndose al paso de un cuerpo, oigo una respiración cavernosa como de alguien que hubiera olvidado cómo hacerlo, siento cómo cruje la madera de la puerta del sótano...pero cuando me atrevo a explorar no encuentro nada alarmante.

Trato de mantenerme despierta a toda costa. Pero a pesar del terror en el que vivo el Sueño reclama su tributo.
Hace tres días escuché el batiente de la puerta de la cocina y anoche volví a oir el susurro del fieltro en la alfombra de la escalera.
He comprendido que no hay dónde huir.
Sé que viene a buscarme...
El pomo gira.

jueves, 25 de septiembre de 2008

martes, 23 de septiembre de 2008

Criselefantinas

El término criselefantino (del griego χρυσός chrysos, ‘oro’, y ελεφάντινος elephantinos, ‘marfil’) proviene de una técnica de la antigua Grecia para tratar imágenes de culto.

Consistía en tallas de marfil montadas sobre estructuras de madera y recubiertas de pan de oro y se utilizaban sobre todo para representar deidades.

A finales del S.XIX comenzó a popularizarse la técnica para realizar pequeñas miniaturas dentro del denominado Art Decó. Los escultores más representativos fueron Chiparus, Preiss, Clará, Colinet, Poertzel... Los materiales utilizados fueron sobre todo el bronce y el marfil, con el añadido, en ocasiones de joyas.

El estilo idealizaba la belleza de la mujer, representándola casi siempre en movimiento, realzando el exotismo y la espiritualidad, en actitudes elegantes. Las figuras alcanzaron precios exorbitantes.
















































































lunes, 22 de septiembre de 2008

Desde el Norte, con Amor (III)

Mens sana




El Ocaso se acerca



Hacia Lalín





Panorámica desde el faro






Rosa de los Vientos







Torre de Hércules








Detalle de farola




A Coruña: Playa de Riazor





El fantasma del Parador




Patio Hostal dos Reis Católicos









Santiago desde el Parador











domingo, 21 de septiembre de 2008

Desde el Norte, con Amor (II)

Iglesia de San Fructuoso (detalle)
Pazo de Raxoi.

Costa da morte.


Para Noia



Faro de Fisterra




En el Finis Terrae





Hórreo






Muro







Iglesia de Aguas Santas








Cruce de caminos









Padrón: puente del Carmen











sábado, 20 de septiembre de 2008

Desde el Norte, con Amor (I)

Catedral de Santiago: fachada norte



Detalle



Detalle




Catedral de Santiago





Casa Lis: fachada principal






Fachada Universidad de Salamanca: detalle







Convento de las Úrsulas: torreón








Casa de las conchas: detalle









Catedral nueva










Convento de San Esteban











Placa












Una calle de ensueño














viernes, 19 de septiembre de 2008

Sand In My Shoes

Mágica, soleada, imprevisible, divertida, majestuosa... así es como quiero guardar en mis recuerdos esta última semana.

Hacía muchos años que el clon y yo no disfrutábamos de uno de los placeres que más a menudo compartíamos: la aventura de montarnos en el coche, improvisar una ruta sobre la marcha y lanzarnos al camino.
Perdernos por bosques en penumbra, descubrir la maravilla de unas piedras milenarias, maravillarte con el reflejo del mar al doblar una curva, encontrar ese lugar recoleto de exquisita gastronomía...Volar con la mente y con el cuerpo.

Este año hemos satisfecho una pueril ilusión pero no por ello menos intensa: atravesar la península de Sur a Norte, cruzando todos y cada uno de los rios de la vertiente atlántica,y poner el pie en el extremo más alejado del "mundo conocido": el Finis Terrae, a partir de la cual sólo hay monstruos.

Pero todo se acaba, y así debe ser. Los recuerdos magnifican lo efímero, y los mios ya están atesorados en ese rincón especial.

Hoy estoy muy cansada, pero prometo poner una crónica fotográfica digna.
Hasta mañana...






¿Quieres oirla?

jueves, 11 de septiembre de 2008

El Niño Robado (The Stolen Child)



Donde se zambullen las montañas rocosas

Del bosque de Sleuth en el lago,

Hay una boscosa isla

Donde las garzas al aletear despiertan

A las soñolientas ratas de agua:

Allí hemos ocultado nuestras tinajas encantadas,

Llenas de bayas

Y de las cerezas robadas más rojas.

¡Márchate, oh niño humano!

A las aguas y lo silvestre

con un hada, de la mano,

pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.



Donde las olas del claro de luna alumbran

Las oscuras arenas grises con su brillo,

Lejos, en el lejano Rosses

Nosotros caminamos por ellas toda la noche,

Tejiendo viejas danzas,

Juntando las manos y juntando las miradas

Hasta que la luna emprende el vuelo;

Saltamos de un lado a otro

Y cazamos las burbujas de la espuma,

Mientras el mundo está lleno de problemas

Y duerme con ansiedad.

¡Márchate, oh niño humano!

A las aguas y lo silvestre

con un hada, de la mano,

pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.



Donde el agua errante cae

Desde los cerros a Glen-Car,

En lagunas entre los rápidos

Que casi podrían bañar una estrella,

Buscamos las truchas que dormitan

Y susurrando en sus oídos

Les damos sueños inquietos;

Inclinándonos con suavidad desde

Los helechos que lloran

Sobre los jóvenes arroyos.

¡Márchate, oh niño humano!

A las aguas y lo silvestre

con un hada, de la mano,

pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.



Con nosotros se marcha

El de mirada solemne:

Ya no oirá el mugido

De los terneros en la cálida colina

O a la tetera en la cocina

Cantar paz para su pecho,

Ni verá el cuello pardo de los ratones

Alrededor del cajón de la harina de avena.

Pues se viene, el niño humano,

A las aguas y lo silvestre

Con un hada, de la mano,

Desde un mundo con más llanto del que puede entender.


W. B. Yeats

Compañeros de viaje