Homenaje a tito King
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Es un gran problema cuando el relato que has escrito para una antología de
homenaje a equis escritor, se queda "huérfano". Esto es, que no es incluido ...
Hace 2 años
Hay un cierto placer en la locura que sólo el loco conoce
Empecé a escribir en el año 2001. Escribía libros por diversión. Era algo que tenía en mente desde los años noventa. Kenneth A. de TT [la agencia de noticias central de Suecia] y yo estábamos sentados con los brazos cruzados cuando empecé a escribir un texto sobre los viejos Hernández y Fernández de Tintín. Fue muy divertido, y estuvimos discutiendo acerca de cómo escribir sobre ellos ahora que con cuarenta y cinco años se enfrentaban a su último misterio. De ahí es de dónde surgió la idea, pero al final acabó siendo otra cosa.
En lugar de eso tomé a Pippi Langstrump. Pensé: “¿Qué aspecto tendría actualmente? ¿Qué tipo de adulta sería? ¿Cómo la calificarían? ¿Una sociópata? ¿Una autista? Tiene una visión de la sociedad distinta de la de los demás. (O, visto de otro modo, no observa la sociedad del mismo modo que el resto de la gente.)”. La convertí en Lisbeth Salander, de veinticinco años, una chica que se siente como una extraterrestre entre la gente. No conoce a nadie ni tiene capacidades sociales en absoluto.
Luego necesitaba a alguien como contrapunto. Acabó siendo Mikael Kalle Blomkvist, un periodista de cuarenta y cinco años. Un tipo trabajador, competente, buena persona, que trabaja en su propia revista, llamada Millennium. La acción transcurre alrededor de la oficina de la revista, pero también alrededor de Lisbeth Salander, que parece que carezca de vida propia.
Hay muchas personas implicadas, un amplio abanico social. Trabajo con tres grupos distintos. Uno que se mueve en el entorno de la revista Millennium, que tiene seis empleados. Los caracteres secundarios no se limitan a participar en la escena para decir algo; su manera de actuar influye en la trama. No se trata de un universo cerrado. Luego está la gente de Milton Security, una empresa de seguridad privada con un croata al frente. Y luego está el colectivo de policías: cada uno de ellos también es un protagonista, en cierta manera.
No es hasta el tercer libro cuando se atan todos los cabos y se entiende lo que ha ocurrido. Pero los tres libros son historias autoconclusas. Pero hay algo más. En las novelas de detectives corrientes nunca aparecen las consecuencias de lo que ocurre en las historias del libro siguiente. En la mía sí.