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viernes, 26 de noviembre de 2010

A Través del Espejo


Apenas cupo por el estrecho marco.
No quería que sus padres se enteraran así que desechó el grande y ornamentado del salón por el más pequeño y funcional de su dormitorio infantil.
Deseaba más que nada en este mundo escapar de las cosas feas que la rodeaban. Soñaba con pertenecer a un mundo maravilloso donde fuera la heroína, un mundo donde, cual Alicia, el revés de la vida le aportara la felicidad que no parecía hallar aquí.
Pero al otro lado las cosas estaban más feas aún. El egoismo, las prisas, la ira...todo se conjugaba para que deseara huir rápidamente de ese reverso tenebroso.
Pero cuanto más corría más permanecía estática.
Paró para tomar aliento, y vió una luz al final.
Era su viejo y conocido mundo. Aún no le gustaba, pero decidió volver.
Los problemas no habían desaparecido por arte de magia, ni se habían quedado atrapados en el otro lado. Pediría ayuda, no le importaba.
Al menos, igual que Bastian, aún tenía otros mundos con los que soñar.

Dedicado a M. que siempre será especial.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Sueños: Anexo I

Hoy he tenido la primera revisión con el especialista.
He salido muy desanimada y absolutamente rota tras las dolorosas maniobras de exploración.
Apenas si he tenido ganas de comer, pero no quería tomar la medicación a palo seco, así que me he esforzado. Quizá fuera la tristeza, quizá el agotamiento, pero he dormido más de dos horas.

En este momento me siento casi bien. Y tengo que agradecérselo a mi madre, que me ha llamado por teléfono para preguntarme cómo me encontraba y para darme ánimos.
Lo que es significativo, porque ella no está conmigo desde hace ya seis años.
Es el primer sueño que tengo en tres meses que recuerdo y del que me levanto optimista.

El color ausente de los sueños


Hubiera podido parecer que este verano me había librado de la maldición, pero ha sido una vana ilusión. La lesión, que parecía leve, y que llevo arrastrando todas las vacaciones simplemente ha retrasado su debut y justo empeoró cuando hube de incorporarme al trabajo.
Lo que peor llevo no es el hecho de haberme hecho ilusiones de salir indemne, ni el verme sometida a un encierro forzoso , con una dependencia importante de los demás, ni siquiera el desánimo que me ha apartado de mis actividades favoritas. Lo peor es el dolor, que no cesa ni de día ni de noche y que apenas me permite descansar.
Y precisamente a causa de una de las medicaciones prescritas es por lo que me permito desahogarme un poco en este medio infinito.
No sé porqué, pero desde que tomo el nuevo tratamiento tengo pesadillas a diario.
Ignoro qué significan, apenas si las recuerdo en el momento de despertar aunque se desvanecen sutilmente conforme voy recuperando la conciencia. Sólo sé que la almohada suele amanecer húmeda y hay rastros de lágrimas en mis mejillas.
He pensado en poner algún medio a mi alcance para recuperar esos sueños mientras aún circulan entre mis pensamientos, pero no sé si tendré el suficiente ánimo para transcribirlas en un cuaderno o dictarlas en una grabadora. Quizá no sea mala idea y pueda al menos recordar de qué colores se visten mis sueños.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La erótica del colmillo


Aquella excitación y aquel lenguaje me resultaban incomprensibles. Intentaba eludir sus abrazos, no demasiado frecuentes, pero me faltaban energías. Sus palabras resonaban en mis oídos como una canción de cuna y domeñaban mi resistencia sumergiéndome en una especie de sopor, del cual sólo despertaba cuando me libraba de sus brazos(...)

(...)Noté que algo se encaramaba a mi cama. Unos ojos enormes se acercaron a los míos y de pronto sentí un penetrante dolor en el pecho, como si me hubiesen clavado dos alfileres. Me desperté con un grito. La habitación estaba iluminada por la luz que dejaba encendida cada noche, y a los pies de mi cama había una figura femenina vestida de negro y con la cabellera caída en cascada sobre los hombros.


Poco falta para que Carmilla, la inmortal creación de Sheridan Le Fanu, cumpla casi 140 años. Y desde entonces, erotismo y sangre parecen haberse tornado inseparables.

Muchas han sido las novelas de terror gótico donde la figura del vampiro se presentaba como alguien seductor, solitario para la caza e irresistible para su presa que, anhelante, se ofrecía con su voluntad anulada.
Pero hasta los monstruos evolucionan con los años.
Ahora el vampiro no está solo; vive en comunidad y su ansia depredadora puede ser controlada. Sin embargo lo que no ha cambiado es su tremendo poder de atracción.

Desde las novelas insinuantes de Poppy Z Brite, sangrienta y gótica, o Anne Rice, la reina del género, la erótica se ha ido convirtiendo en verdadera atracción sexual.
Vampiros adolescentes y humanos con las hormonas desatadas son los protagonistas de las sagas juveniles escritas por Claudia Gray -y su saga Medianoche-, L J Smith -de cuya obra la televisión emite una exitosa serie llamada Crónicas Vampíricas-, las Cast, madre e hija -autoras de las vicisitudes del colegio La Casa de la Noche- o la archiconocida Stephanie Meyers creadora de Crepúsculo.

Pero el erotismo contenido no se queda ahí, y las novelas con explícito contenido sexual han ganado terreno. Tenemos a la increíble y mordaz Charlaine Harris con su saga sobre Sookie Stakhouse -por supuesto, también llevada a la pequeña pantalla en una de las mejores series del género, True Blood-, pasando por Sherrilyn Kenyon y sus Cazadores de Sombra o J R Ward y su Hermandad de la Daga Oscura.

Todo un descubrimiento ha sido la española Lena Valenti. Mezclando tradiciones y mitología esta barcelonesa ha creado una fantasía paranormal que se nutre de las mejores tradiciones y mitología nórdica. Sangre, colmillos y sexo se entremezclan con la investigación genética y la venganza en una espiral imparable donde todos los seres paranormales son antinaturalmente bellos y con un magnetismo salvaje que inflama las mentes de los humanos, por supuesto hermosos como modelos de pasarelas, que los vanirs y los bersekers encuentran irresistibles hasta la demencia.

Y mención aparte me gustaría señalar el humor ácido del absurdo de Cristopher Moore y su vampira Jody, una especie de Bridget Jones nocturna cuyo novio, otro perdedor como ella, trata de sobrevivir a la convivencia diaria con su chica... aunque ésta esté muerta.

Compañeros de viaje