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viernes, 31 de octubre de 2008

La estación de la Calle Perdido


Muchas veces he tenido este libro en las manos, tentada de añadirlo a mi colección.
Reconozco que a priori soy bastante compulsiva para algunos géneros literarios y la ciencia ficción es uno de aquellos a los que no me puedo resistir.
Sin embargo con esta novela de China Miéville dudaba; a pesar de haber sido la ganadora del premio Arthur C. Clark del 2001 la crítica no era demasiado benevolente con ella.
Pero ¿desde cuando me han importado a mí las opiniones ajenas?

Así que aquí está, y ahora no soy capaz de dejar de leer.
Tengo que reconocer que algunas de las críticas eran bastante objetivas y decían la verdad: quizá un número más reducido de páginas hubiera favorecido la novela. También es cierto que algunas tramas quedan un poco desflecadas y que otras son un poco lineales. Sin embargo, la fuerza del lenguaje compensa lo demás.

Miéville, que bebió de las fuentes de la literatura fantástica de los 70 y 80, retrata en Nueva Crobuzon una ciudad gemela al Londres victoriano de finales del XIX impregnada de exotismo y con referencias destacables a los mitos egipcios, los alienígenas, variedad de razas antropomórficas y los juegos de rol.

En ella encontramos a Isaac Dan der Grinembulin, científico todoterreno y mercenario al mejor postor encargado de conseguir que Yagharek, el garuda, hombre-pájaro, vuelva a volar tras haber perdido sus alas.
Mientras tanto una horrible amenaza se cierne sobre la ciudad-estado, que lleva mil años gobernada por el Parlamento y su brutal milicia.


Miéville, que nació en Londres y a quien sus padres hippies pusieron el nombre de China por su significado en cockney de "amigo", cultivó la política además de su aficción por la literatura. Es miembro de la British Socialist Workers Party, una organización trotskista. Fue candidato para la Cámara de los Comunes del parlamento británico en las elecciones generales de 2001 dentro de la Socialist Alliance, aunque no logró escaño. Se hizo marxista en la universidad, insatisfecho con las interpretaciones de los acontecimientos histórico-políticos por parte de postmodernistas y feministas. Ha encabezado un buen número de manifestaciones a las puertas del mismísimo parlamento y participa ocasionalmente en el blog "Lenin's Tomb", donde firma sus artículos como "China".

sábado, 25 de octubre de 2008

Nunca es Lupus




Llega el Otoño y aparte de las hojas caducas, el color rojo y dorado y la vuelta a los corticoles vuelven al la pantalla casera las nuevas temporadas de las series que nos mantienen pegados al sofá flipando cual chute de lisérgico.

Y yo que soy una viciosa aburrida, porque hace tiempo que dejé las adicciones carnales, necesito mi dosis semanal (ayns, ojalá fuera diaria) de patadón en las tripas.

Y ahora que me he ventilado en un mes las cinco temporadas completas de A dos metros bajo tierra (imperdonable el descubrimiento tardío de la primera serie que consigue sorprenderme en CADA capítulo) y que El oscuro pasajero- de profesión forense y carnicero de la bahía en sus ratos libres- está a punto de acabar (vuesas mercedes me van a perdonar el entusiasmo, pero el chaval tiene un morbazo que ya quisieran para sí los grandes manipuladores mediáticos) tengo que conformarme de momento con la chulería innata y caidita de ojos del señor Horatio al menos hasta que la cadena responsable decida que ya es hora de ir al doctor.

Así que por si acaso voy preparando los chupitos (Ado: sigo contando contigo para llevar la cuenta, jaja) mientras House (está claro: lo que mola son los chicos malos) sigue guardando el alijo en un libro de consulta porque al fin y al cabo: ¡Joder! Nunca es lupus.
Aunque precisamente eso sea lo que me da de comer.

martes, 21 de octubre de 2008

¡Shhhh...!


Abrió los ojos.
Necesitaba hacerlo para saber dónde se encontraba. Durante los que fueron unos confusos segundos no logró ubicarse. El bendito silencio lo envolvía como una bruma, adormeciendo sus sentidos, embriagándolo de dulce serenidad infinita, colmando su necesidad.
No estaba muy seguro de lo que había ocurrido. Su cuerpo no guardaba registro alguno de actividad pasada, pero estaba cansado, muy cansado. Detrás de sus ojos, un dolor pulsante latía sordo, latente.
El lugar le era completamente desconocido, igual que el cuerpo que yacía a su lado. Las brutales luces de neón que se colaban a través de la escueta ventana reflejaban la humedad de su cuerpo en estridentes colores chirriantes.
Miró sus manos pegajosas; su olor acre, metálico llenó su cabeza. Vagamente tomó conciencia de dónde estaba, de lo que había hecho. No tuvo que mirarla de nuevo para saber que había muerto. No recordaba detalles del frenesí en que se convirtió su impulso. Sólo sabía que mientras la apuñalaba lleno de furia, con el horrible soniquete de su voz atormetándole como un enjambre furioso, no hacía más que repetir:
-Calla. De. Una.Puta Vez...!

sábado, 18 de octubre de 2008

viernes, 10 de octubre de 2008

True Blue

Se llama Nati, tiene 92 años y vive anclada a un presente que es su celda y su realidad.
Los dioses siempre han exigido un tributo por sus gracias y el precio de la longevidad es la moderna maldición de nuestros días: Nati se despierta a diario sin recordar más que la rutina en la que su vida se ha convertido.
Todos aquellos tesoros de su memoria que hacían que fuese ella misma se desvanecen; algunos restos perdidos afloran aún ocasionalmente y de repente la luz de los ojos de Nati se enciende con el dolor del reconocimiento. Pero lo habitual es verla sentada mirando a ninguna parte, acariciando las perlas que lleva al cuello -siempre fueron sus favoritas-.
Algunos días, los mejores, o los peores según se mire, trata de escarbar entre lo que enturbia su mente.
-Hola, abuelita.
-¿Y tú quien eres?
-Tu nieta. ¿No me reconoces?
-¡Claro que sí, corazón mio!...¿Y tú quien eres?

Pero últimamente anda inquieta. No parece probable que lo recuerde, pero el caso es que se acerca la fecha del aniversario en que se quedó viuda. Y si por algo hay que dar gracias al Alzheimer es por el dolor que evita...excepto en los raros momentos de lucidez:
-Cariño, dime ¿cómo se llamaba mi marido?
-Se llamaba L, abuela.
-Y mi marido ¿está muerto?
-Sí, abuela, lo siento mucho.
-¡Ay, qué dolor! ¡Qué lástima de mi marido!

Enormes lágrimas, engrosadas aún más por la refracción de las lentes que ya casi no le sirven, caen por sus mejillas.
De repente, la calma.
Y vuelta a empezar:
-Cariño, dime ¿cómo se llamaba mi marido?

miércoles, 8 de octubre de 2008

La Piel del Tambor



Aún recuerdo el piano
de aquella niña
que había en Sevilla,
la novia del embarcado
nunca la siesta dormía.
Sola en los corredores de mecedora,
de consola y lorito, sueña el querer
que a Cuba se fue,
y aquella mujer
está tocando el piano;
escriben sus blancas manos
cartas de amores
que han de volver...



Nadie cantaba habaneras como Carlos Cano. Y en palabras del maestro Reverte:
“...Una de sus canciones, Habaneras de Sevilla, tiene mucho que ver con el arranque de una novela mía, tal vez porque un día, durante un largo viaje, escuché su voz cantando: Aún recuerdo el piano...y ya no pude desprenderme durante el resto del viaje, ni en los días siguientes, de la sensación agridulce, melancólica, que aquella bellísima canción me había dejado. La Carlota Bruner de La Piel del tambor tiene mucho que ver con ese momento, con esa canción decadente y nostálgica que, aunque la letra fue escrita por otro, es para mí lo que es precisamente gracias a la voz del hombre al que hoy me refiero.”

Pérez Reverte ha escrito una novela de amor alrededor de una vieja postal. Una novela donde el género policíaco se mezcla con el folletín. Donde la tecnología se mezcla con las viejas tradiciones, la aristocracia con los personajes más marginales, los viejos pecados con las nuevas tentaciones.
Una novela donde el chantaje, la extorsión, la especulación inmobiliaria y la recalificación de terrenos obligan a tomar medidas drásticas.

Cuando la integridad de una vieja iglesia barroca en el corazón de Sevilla peligra por la intervención del Banco Cartujano, que prevee una importante operación comercial con un grupo saudí llamado Sun Quafer Alley, una vieja duquesa y su hija, asociadas a un grupo de pintorescos personajes deciden plantar cara y evitar la demolición.
La clásica medida del “no nos moveran” no parece surtir efecto. La apelación a las altas instancias católicas de la ciudad tampoco reciben respuesta. Y cuando comienzan las muertes, es hora de tomar medidas desesperadas: La violación del ordenador personal del Papa por un pirata informático obliga al Instituto de Obras Exteriores del Vaticano a enviar a su mejor hombre.

En una ocasión Arturo Pérez Reverte comentó que cada libro tiene su momento y su lugar. Y en ninguna otra ciudad que no fuera Sevilla se hubiera podido desarrollar la historia que nos interesa.
Solo en la Tierra de María, una tierra anclada al pasado pero que mira al futuro, podría el maestro construir una historia dual, una historia donde las tramas económica y criminal se yuxtaponen con el carácter peculiar de sus personajes y sus interacciones.

Durante una particular sobremesa Pérez Reverte confirmó la deliberada inclusión del tópico de sus creaciones elevado a la enésima potencia: “Sevilla es así, y así son allí muchos de sus individuos, y yo quería retratarlos tal cual”:
Macarena Bruner, abanderada de Romero de Torres, bellísima y peligrosa y aún así la menos letal de las heroinas revertianas; Don Ibrahim, nostalgia de un Imperio que se evapora como el olor de un buen habano; Pencho Gavira, depredador sin escrúpulos, engominado y de raya en el pantalón; Cruz Bruner, perlas encaje y cocacola, excéntrica como sólo el más rancio abolengo se permite; El Potro del Mantelete y la Niña Puñales, memoria triste de lo que una vez pudieron llegar a ser; pero sobre todo la distancia entre los dos sacerdotes, ambos soldados de Cristo. Como dice el padre Ferro, cura de sotana y churros con chocolate los domingos: “Somos la vieja y parcheada piel del tambor sobre la que aun redobla la gloria de Dios. Y sólo un loco envidiaría semejante secreto. Nosotros conocemos al ángel que tiene la llave del abismo”. Y el padre Quart viene de vuelta de ese infierno.Un perro de Dios que tiene más de 007 que del padre Brown. Un Alatriste rediseñado por Armani y Patek Philip, con el que comparte el dudoso honor de hacer el trabajo sucio de los poderosos, la falta de humildad, la lealtad a una institución, la visión del horror, viejos fantasmas y nuevas tentaciones, preciso y fiable como una navaja suiza.


Fantasymundo

martes, 7 de octubre de 2008

Corazón de Luz y Sombra



Revisión.
Maldita palabra que me aterra y que me acelera la respiración.
Pero hoy he podido sonreir a la salida.
¡Hasta la próxima!

¿Quieres oirla?

lunes, 6 de octubre de 2008

Acoso, señuelos y lindezas telefónicas


Ya no basta con que te acosen en la intimidad de tu hogar, el cual debería ser sagrado. No, ahora además de joderte la siesta, la peli o lo que tengas a bien estar haciendo (casi siempre la hora más inoportuna) ahora, como digo, te insultan con la impunidad que les protege amparándose en los dichosos números privados.

Normalmente no suelo responder a una pantalla sin número, pero algunas veces, y con eso cuentan, me pillan fuera de juego.
No hace ni una hora que me ha llamado una supuesta señorita (y digo supuesta porque aún no sabía nada de ella) preguntando por los señores de la casa. Da mil vueltas evitando identificarse y tratando de hacerme caer en la trampa de reconocer que soy la titular de una tarjeta de crédito y por lo tanto destinataria de algo tan maravilloso capaz de cambiarme la vida. Pero antes de que comience su perorata trato de hacerle entender que no me interesa nada de lo que me pueda ofrecer. Que si hubiera sido el caso ya hubiera procurado yo hacerme con ello. Así que con educación (al fin y al cabo una cree que la prójima está haciendo su trabajo) le respondo: señorita, por favor, no siga porque no me interesa.

De repente la gachí se transmuta en fiera corrupia y comienza a soltar espumarajos por la boca acompañado de lindezas tales que va a necesitar una nueva ortodoncia como tenga la mala suerte de que me la encuentre cara a cara. Le exijo que me pase con su inmediato superior, y la muy simpática cuelga.

¡Lo he conseguido! En el duelo de resistencia y por primera vez he logrado que la que pierda la calma sea la intrusa.
He estado tentada de llamarla una y mil veces, para hacerla sentir "como en casa", pero al fin y al cabo alguien tiene que mantener el sentido común, la cordura y la dignidad.
Me basta con saber que tienen un flanco vulnerable.
Pero eso no me consuela del acoso constante.
¿Hasta cuando vamos a tener que soportar el spam telefónico?
Lo que no entiendo muy bien es cómo pretenden las empresas ganar dinero contratando a energúmenas de tal calaña y educación. Porque no será por su oratoria, no.
Aunque a lo mejor sí que se trata de lo grande que tengan las tragaderas.

Compañeros de viaje