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jueves, 26 de agosto de 2010

Blanca como la nieve Roja como la sangre

Un hijo del Rey estaba comiendo. Al cortar el queso se cortó un dedo y
una gota de sangre cayó sobre él. Dijo a su madre:
-Mamá, quiero una mujer
blanca como la nieve y roja como la sangre.
-¡Cómo! Hijo mío, si es blanca
no es roja y si es roja no es blanca. Pero busca a ver si la encuentras.


Fiabe italiane: L’amore delle tre melograne
Italo Calvino





Leo es un adolescente como otro cualquiera; ni muy listo ni muy tonto, deportista, un poco friki, bromista, amigo de sus amigos y con una cierta tendencia a la introspección.
Pero Leo tiene una particularidad: odia el color blanco. Desde su punto de vista las emociones y los colores tienen una estrecha vinculación y para él el blanco es la ausencia, el silencio, la nada...
Leo, en consecuencia, trata de llenar su mundo de colores: el negro de la tinta de su bolígrafo o del texto de su móvil, el azul de los ojos de Silvia -su mejor amiga-, el rojo del cabello de Beatrice.

Cuando la profesora de historia enferma Leo trata de enfrentarse a su sustituto, al que apoda "El Soñador". Pero de pringado, obligando a sus alumnos a plantearse preguntas y poniéndolos a prueba, el Soñador pasa a convertirse en el Virgilio de Leo que, cual Dante, baja al mismísimo infierno para salvar a su amada Beatrice del Blanco que la amenaza.


Alessandro D'Avenia ha construido una novela iniciática exquisita. Escrita en primera persona, con una cuidada prosa que incorpora, de forma brillante, el lenguaje más actual y juvenil, D'Avenia nos transporta a los sueños y anhelos de un joven que ve cómo cambia su vida a través del dolor, el sufrimiento y las dudas.

Dedicado a Manolo, que no abandona los vicios...


Compañeros de viaje