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domingo, 31 de agosto de 2008

Lince y Caballito con Bebé




Se llama Beatriz, tiene siete años y desde hoy es mi nueva artista favorita.
Tengo la inmensa fortuna de contar con uno de sus originales, especialmente dedicado.
El título es obra y gracia de la propia artista.
Y por favor, no dejéis de reparar en la alegría de las nubes, en las barbas del lince y en la barriguita de la yegua.
¿No es para comérsela?

sábado, 30 de agosto de 2008

Baila para Mí


Tenía los ojos violetas igual que su abuela, de la que había heredado no sólo el color sino también el nombre.
En las largas tardes invernales pedía a su babushka que le relatara una y otra vez su cuento favorito, el de los ojos hechizados capaces de atravesar el velo que separa este mundo gris de los Mundos Mágicos.
-Sólo las personas con ojos especiales pueden viajar a través de sus Deseos e Ilusiones.
-Y nosotras los tenemos ¿verdad abuelita?
-Sí, cariño. Cuando estés preparada podrás dar el salto.

Pero la vida no ha tratado bien a Violeta.
Malvive en un apartamento solitario del extrarradio sin más compañía que la presencia de un ratón que está empezando a hacerse habitual. Trabaja catorce horas encerrada en un cubículo gris clasificando montañas de reclamaciones que nunca parecen menguar. Camina veinte minutos entre callejones de basura para poder alcanzar el autobús que le transporta diariamente a su miserable empleo. Y jamás ha conocido la dicha de ser amada.

Pero una luz brilla en medio de su miseria. Cada día, a la misma hora, un desconocido sube al autobús que lleva a Violeta a su triste morada.
Nunca se ha percatado de su existencia, nunca ha merecido siquiera una fugaz mirada de él, pero los sueños de Violeta han comenzado a tomar una nueva dirección.
Siente cómo la magia está empezando a operar. Y sus ojos hechizados, inútiles hasta el momento, la transportan hasta un mundo donde su amado desconocido le tiende los brazos, la estrecha ente ellos, besa su cabello y susurra a su oido: -Baila para mí.

Y Violeta, en su felicidad, está dispuesta a pasar la eternidad trenzando pasos de danza en el cobijo que los brazos de su amante le ofrecen.


La encontraron diez días después de su desaparición. Sus preciosos ojos miraban más allá del alcance mortal. Sus pies, sangrantes, habían dibujado un terrible minué sobre el linóleo del salón. Pero ella sonreía y murmuraba frases de amor a alguien a quien sólo ella veía, en un mundo que sólo ella fue capaz de atravesar.

viernes, 29 de agosto de 2008

Verano Fatal

¡Nada! Que no se puede una confiar.
Ahora que parecía que las cosas estaban empezando a calmarse, que se acercaba al fin el momento ansiado del descanso, que los planes se van cumpliendo...ahora justo es cuando el verano vuelve a recordarnos que aún no ha claudicado.

Mi pequeño terremoto de cuatro añitos pasó ayer toda la tarde en Urgencias y salió con un collarín cervical. Y aún podemos dar gracias que la lesión no ha sido más gravosa.
Pero eso no es todo. La Popi, la mitad serena de ese par de mellizos que me vuelve loca, sufre las consecuencias de un accidente doméstico y carga con treinta puntos repartidos por el bracito. Además, ha perdido un buen trozo de piel y sufre curas dolorosas.
¿Cómo se puede conservar la serenidad así?

¡Dios! Cada año espero estas fechas con más aprensión que el anterior.
Y eso que aún no he sufrido yo mi tradicional percance estival. Aunque oficialmente no salgo de vacaciones hasta el Martes que viene...¡Glups! Aún queda mucho tiempo.

¿Quieres oirla?

miércoles, 27 de agosto de 2008

Pura Anarquía



Woody Allen retoma la literatura después de 25 años sin publicar. Y lo hace con una delirante sucesión de relatos a cual más absurdo, mordaz y divertido.

Fiel a su estilo, Allen nos adentra en un mundo donde el sosias de Sam Spade pugna por conseguir un tesoro culinario en un mundo regido por la materia de la que están hechos los sueños, la moda New Age se ha convertido en la forma de vida habitual, los estudiosos de Nietzsche son contratados para escribir guiones basura, Kafka es el protagonista de un musical o se acabaron los tejidos tradicionales en la mejor sastrería de Saville Row.

Sus diálogos son delirantes, rápidos, ocurrentes... Woody Allen se burla de todo y de todos.

Su humor corrosivo no deja títere con cabeza: desde la burguesía más convencional pasando por la filosofía, el cine, el psicoanálisis o las subastas, todo sirve para que el cineasta desarrolle estos 18 cuentos cortos que seguro que provocan más de una carcajada.

martes, 26 de agosto de 2008

A veces un caballero

Cuando me ofrecieron la oportunidad de volver a compartir cena y sobremesa con uno de mis autores favoritos no dudé un solo momento en aceptar.
La mayoría de mis allegados no entienden esta admiración.
Cierto es que el autor al que me refiero levanta grandes pasiones tanto en sus defensores como en sus detractores, y que rara vez suele dejar a nadie indiferente.

Algunas veces molesta por su lenguaje incisivo, por ser tremendamente mordaz, por sus discursos radicales o la crudeza de sus relatos.
Pero a mí me encanta por la lucidez que emana, por su honradez, por la convicción de la que hace gala y la constancia que demuestra aún a pesar del viento en contra. Y porque escribe como dios!

Compartir una cena con este señor es una experiencia inconmensurable. Es culto, elegante, educado, colaborador. Debatir con tan ilustre comensal es una gozada intelectual. Y encima, tiene ese aire socarrón y esa sonrisa de redomado sinvergüenza que tanto fascinan.
Pero sobre todo, manifiesta una educación exquisita, incluso cuando a él se le niega.

Tomo prestado un título de la obra de uno de sus mejores amigos para referirme a él. Porque en el fondo, es lo que sigue siendo a pesar de su fama: un caballero.

sábado, 23 de agosto de 2008

Un Beso y Una Flor


¡Hola, mamá!
Y henos aquí, un año más, como mandan los cánones.
Aunque tú sabes perfectamente que no necesitamos convencionalismos, ni ritos o presunto consuelo para recordarte. Que te vemos en la risa de las niñas, en los bailes, en ciertas comidas que nunca te salieron bien, en tus plantas, en tus amigos, en papá...

"De día viviré pensando en tu sonrisa" decía la canción. Y tu sonrisa me basta para recordarte a diario.
Así es como me gusta hacerlo: en los detalles minúsculos, en los recuerdos íntimos, en las largas charlas familiares, donde sigues brillando.

Hola, mamá. Hasta luego, hasta siempre.

P.S.¡Se me olvida! Tengo tus nardos.


¿Quieres oirla?
Sé que siempre te gustó.

jueves, 21 de agosto de 2008

La Fiera de mi Niña



Tiene ahora cuatro añitos y me tiene completamente embrujada la razón.
De mis seis amores no es la más guapa. Tampoco la más lista. Pero es zalamera como ella sola. Y si me llevo muchos días sin verla, sin achucharla, se me encoje el corazón.
Pero cuando me dice "tita-maddina"...ayns, me la comería a besos.

Tengo que reconocer que es cantidad de traviesa, que tiene el genio de la familia y que, a pesar de su edad, tiene cojones para ponerse delante de quien sea y enfrentarse a él. Pero es que de seguida te pone ojitos, te baila el Chikichiki, te enseña el inglés que ha aprendido (azul "blublu") y se cae de culo llenando de carcajadas todo el espacio a su alrededor.

Definitivamente la acabo de nombrar mi artista preferida del año. Hasta para hacer garabatos tiene arte, la joía. Canta y baila como pa sacarnos de pobre pero...¡cuánto le pesa el culete para subirse a las sillas!
Jajajaja, la condenada es igual que su tía.

Ayer, rescatando antiguos recuerdos, saqué una foto mía de cuando tenía unos tres años de edad. Hasta el Clon, que me suele tomar el pelo diciendo que cuando me enfado frunzo el ceño como mi ahijada, no tuvo más remedio que reconocer que parecíamos gemelas.

Si es verdad que la nena ha salido en todo a su tía paterna ¡¡que dios coja confesaos a quienes se le pongan por delante!! :)

martes, 19 de agosto de 2008

El Pintor de lo Onírico

No suelo prodigarme en recomendar obras o autores de pintura, ya que ignorándolo todo acerca de ese arte me dejo influenciar única y exclusivamente por el hedonismo de las sensaciones que me inspiran ciertos pintores.
Aquí he recogido algún diseño de Magritte, Escher o Mucha, que son de mis favoritos entre el arte moderno.
Pero acabo de hacer un descubrimiento sobre la obra de un hasta ahora desconocido para mí.
Se trata de un autor polaco llamado Jacek Yerka.
No voy a describir su trabajo; dejaré que éste hable por sí mismo.
(Aunque he de decir que me ha resultado un poco inquietante, como una mezcla entre Dalí y El Bosco)













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lunes, 18 de agosto de 2008

Las Cosas Buenas que Tiene la Vida


Un profesor de Filosofía sorprendió un día a sus alumnos llevando a clase un frasco grande de vidrio y volcando en él un paquete de pelotas de golf.
Entonces preguntó a los estudiantes cómo veían el frasco. Unánimemente respondieron que estaba lleno.

Así que el profesor cogió una caja de perdigones y los vació dentro del frasco y éstos llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las pelotas de golf.
Hecho esto, preguntó a los estudiantes si creían que ahora el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.

Enonces el profesor volcó un saco de arena del mar dentro del frasco. Por supuesto la arena rellenó todos los espacios que quedaban y el profesor volvió a preguntar si el bote estaba ahora lleno.
En esta ocasión los estudiantes le respondieron con un sí clamoroso.

Pero el profesor no había acabado de sorprenderlos: rápidamente añadió dos tazas de café al contenido del bote y efectivamente, éste sí que llenó todos los espacios vacíos entre la arena.

Los estudiantes reían deleitados. Cuando la risa se fue apagando, el profesor les dijo:
-"Me gustaría que pensárais que este bote representa la vida.
Las pelotas de golf son las cosas verdaderamente importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que nos apasionan. Son esas cosas que, aunque perdiéramos todo lo demás, aún llenarían por completo nuestras vidas.
Los perdigones son las otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, las posesiones...
La arena es todo lo demás, las pequeñas cosas.

Si pusiéramos en primer lugar la arena en el frasco, no habría espacio para los perdigones, ni para las pelotas de golf. Lo mismo nos sucede con la vida.
Cuando utilizamos todo el nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no dejamos lugar suficiente para las cosas que verdaderamente necesitamos.
Prestad atención a las cosas que son cruciales para vuestra felicidad. Jugad con vuestros hijos, concedeos tiempo para ir al médico, id con vuestra pareja a cenar, practicad vuestro deporte o afición favorita, cultivad a vuestros amigos...
Siempre habrá tiempo para limpiar la casa, para reparar un error, para encerrarse en solitario, para enfadarse por naderías...
Ocupaos primero de las pelotas de golf, de las cosas que realmente importan.
Estableced vuestras prioridades, y pensad que el resto solo es arena".

Uno de los estudiantes levanto la mano y le preguntó qué quería representar entonces con el café.

El profesor sonrío y le dijo:
-"¡Me encanta que me hagas esta pregunta!.
El café es para demostrar que aunque tu vida te parezca llena, siempre hay un lugar para un par de tazas de café con un amigo"

domingo, 17 de agosto de 2008

Zapatos Italianos


Fredrik Welling no convive en paz con su conciencia.
Es un médico retirado que vive voluntariamente aislado en una isla del norte de Suecia aferrado a sus rutinas y sus silencios, y a la observación de los cambios atmosféricos.
Pero el pasado nunca se queda atrás.
Una repentina visita, aparentemente inocua, obliga a Welin a salir de su retiro para cumplir una promesa de juventud.


Henning Mankell, muy alejado aquí de las novelas policíacas sobre el detective Wallander, sigue fiel a su estilo. Mankell toma un suceso baladí para desarrollar un perfecto retrato de la sociedad actual de su país, de su clima sociocultural, político y económico, mientras nos adentra en una historia llena de silencios, de reacciones y relaciones humanas que nos cautivan desde el primer momento.

Mankell escribe, y escribe bien. Su prosa es sencilla, pero su fuerza es poderosa. En su estilo sobrio podemos comprender como el hinóspito paraje y el tiempo inclemente son un reflejo de los sentimientos de su protagonista. La vergüenza que acompaña a su pasado regresa con el deshielo.

miércoles, 13 de agosto de 2008

E Lucevan le Stelle


Incluso en lo peor de la peor guardia hay un momento para la Belleza.

Y anoche fueron las Lágrimas de San Lorenzo, las famosas Perseidas. Y la voz de Plácido.

domingo, 10 de agosto de 2008

El Otro Lado del Espejo

Alicia tiene 15 años y un coeficiente de inteligencia superior al 98% de la población. Es guapa o lo hubiera sido en otras circunstancias. Porque Alicia tiene un trastorno de la conducta alimentaria y pesa 35 kilos.


No está muy segura de cómo ocurrió, pero aprovechando un despiste de su madre robó la llave del baño encerrándose dentro.
Evitando el espejo se puso a buscar frenéticamente en el botiquín laxantes, diuréticos o cualquier cosa que la hiciera vomitar. Pero no había nada de eso.
Su frustración acabó postrándola en el suelo. Ni siquiera tenía lágrimas para sí misma, sólo la rabia por ese cuerpo al que detestaba por su debilidad. En su Cielo perfecto la comida no existe. La materia se nutre de sí misma y se consume a placer.


¿Por qué no? se preguntó por enésima vez; la huida de este mundo se presentaba como una tentadora alternativa. Pero su madre era cuidadosa y había sido adiestrada por profesionales. No había nada en el baño que pudiera utilizar.


Se sentó en una esquina, acorralada, con ojos de derrota hasta que se le ocurrió la solución.
Paradójicamente sería de la manera que más asco le daba: mordió sus muñecas hasta sangrar.
El flujo de sangre que escapaba era hipnótico, y mientras se sumía en la inconsciencia Alicia comenzó a caer por la madriguera del conejo. Una caída de la que no atisbaba el final.

Súbitamente se encontró de pie frente a una puertecilla minúscula. Junto a su zapato una galleta tenía una etiqueta con la leyenda "Cómeme".
El estómago le dio un vuelco. No pensaba meterse esa porquería en la boca. Pero no parecía haber otra salida.
Se le ocurrió que era bastante menuda y que si se contorsionaba lo suficiente cabría por la puerta. Y así lo hizo, a costa de la integridad de su piel.


Su primera percepción fue el olor a sopa con demasiada pimienta. Muerta de asco se tapó la nariz para seguir avanzando. Y entró en la pequeña cocina donde la Duquesa, rolliza, sostenía un bebé en brazos mientras su criada removía la sopa.
-¡Menos mal que has llegado!. Toma, sujeta.-
Y sin dilación entregó el bebé a Alicia.

Algo no iba bien: estaba caliente, olía raro. El bebé no era tal, sino un lechón asado cubierto aún de chorreante grasa.
Alicia soltó aquello asqueada, y corrió despavorida y ciega hasta que tropezó con algo.

El sonido de vajilla rota le hizo abrir los ojos: acababa de toparse con el sombrerero loco y sus meriendas eternas de no-cumpleaños.
-¿Es que en este lugar no hay más que comida? -gritó su frustración a los cuatro vientos, sin notar que una enorme sonrisa, que parecía suspendida en el aire, aparecía de la nada.


Alicia huyó de las setas para crecer, de las langostas y de la tortuga artificial, y corrió y corrió hasta que se topó con la Reina de Corazones, que era negra, no tenía piedad y la acusó de hacer trampas en el croquet.
Sin juicio previo, sin apelaciones, la condenó a comerse las tartas robadas.


¡No podía imaginar un castigo más cruel! Pero por más que lloró y pataleó, por más que rompió todo lo que estaba a su alcance, por más que suplicó, amenazó o hizo chantaje, la Reina fue inflexible. Estaba condenada.


Mientras la llevaban al patíbulo-comedor, una extraña sonrisa apareció a su lado acompañando al lustroso cuerpo de un gato rayado.
-Yo puedo sacarte de aquí. Pero la opción no es ningún Paraíso, te lo advierto.
Mírate en el espejo, mírate bien hasta que te duela, cierra los ojos y avanza un paso.-
Así lo hizo Alicia.

Cuando abrió los ojos un grito de horror se congeló eterno en su rostro.

Había llegado al Infierno. Y estaba hecho de mazapán y chocolate.

martes, 5 de agosto de 2008

Siempre nos Quedará París

Lo sé. Estoy total, absoluta y estúpidamente enamorado. Y estoy perdido.

No era la primera guardia que hacíamos juntos, pero quizá sí de las más duras. Habíamos matado los escasos tiempos muertos hablando, como hacemos desde hace años, y todo parecía ir bien, hasta que la noche se complicó con un caso particularmente emotivo y difícil.

Habíamos perdido el contacto después de la facultad. Durante los años de estudios habíamos sido buenos amigos, conspiradores, confidentes...aunque confieso que la idea de un romance nunca estuvo alejada de mi cabeza. Pero ella parecía disfrutar del status quo y yo nunca me atreví a hacer un gesto que pudiera romper una relación que valoraba tanto.

A pesar de los buenos propósitos el inevitable éxodo de los primeros curros nos llevó por caminos separados. Pero quizá porque la gente afín tiende a reencontrarse, desde hace tres años compartimos turno y servicio.

La complicidad reapareció entre nosotros sin grandes aspavientos. Sólo que ahora ella llenaba su vida con un abogado y dos niñas preciosas, mientras que yo, eterno ilusionado, confiaba mis anhelos a una sucesión de mujeres de las que no conseguía más que decepciones.

Esta noche de la que hablo, el abogado -no dispuesto a derrochar un alquiler- estaba en la playa con las niñas.
Quizá fue el reparo a llevar la dura experiencia que habíamos vivido a una casa vacía sin nadie en quien apoyarse. Quizá el frío de la hora que precede al alba se nos había metido bajo la piel. Pero cuando nos marchábamos ella, sorprendentemente, me invitó a desayunar.
-¡Anda, sí! En esa boulangerie que tanto te gusta... ¿No hueles a brioches recién horneados?

Y me guiñaba el ojo con picardía...¡que bien conoce mis debilidades!

El dueño, un paleto venido a más, gustaba de usar rayas horizontales y un bigote de guías.
El local, de merecida fama, evocaba uno de aquellos famosos cafés de París. Y para dar la nota no faltaba un moderno Quasimodo barriendo el escalón de la puerta.
Nos sentamos en un velador de hierro forjado mientras nos servían el preceptivo cafe au lait.

La conversación, como siempre, fluyó fácilmente. Ella no podía quitarse de la cabeza la casa vacía que la esperaba, así que para animarla me lancé a relatarle mis últimas conquistas a cual más descabellada.
Mientras yo trataba de hacerla reír, ella me miraba con dulzura. En un momento determinado, acercó su mano a mi rostro, y rozándome apenas con los dedos murmuró:
-Mi pequeño Pierrot, siempre enamorado de la Luna...

Y supe que acababa de perder el norte.

Hacía frío al salir. La niebla parecía conspirar para mantenernos apartados del mundo. Ella se agarró de mi brazo, quizá para conseguir un poco de calor, y yo la rodeé con el mio.
Caminábamos solos. Mi cabeza, acelerada, imaginaba las más inverosímiles posibilidades.
Notaba su cuerpo pegado al mío, anhelaba tocarla más allá de lo que las costumbres y las buenas maneras nos permitían, sufría por perder la cabeza con ella, y antes de darme cuenta de lo que hacía la había girado hacia mí y besaba su rostro como nunca besé a nadie.

Sus labios sabían a lágrimas y a decepción. Retirándose muy despacio pronunció una sola palabra:
-No.
-Lo sé...

Me quedé mirándola cómo se alejaba en la niebla. Mientras me ajustaba el ala del imaginario sombrero y me ceñía mi eterna gabardina levantando el cuello, murmuré quedamente, con el cigarrillo aún colgando de la comisura de mis labios:
-Vuelve con él, sí. Tienes que hacerlo o te arrepentirás. Tal vez no hoy, tal vez no mañana, pero pronto y para el resto de tus días...

sábado, 2 de agosto de 2008

Matar y Guardar la Ropa

No. No voy a hablar del nuevo libro de Carlos Salem. Aún no he tenido ocasión de perderme en sus páginas, aunque todo llegará.

No. Lo que hoy me ha hecho reflexionar ha sido el insólito título y las reflexiones que ha despertado en mí.

No. No tiene nada que ver con las playas nudistas de la novela, ni con la gente precavida a más no poder. Lo que me ha venido a la mente es lo poco que me gusta la gente a la que no ves venir de frente. La gente que los mata a la chita, callando. La gente que nunca va a opinar de nada hasta que comprueban el clima emocional. La gente que no se moja. La que rezonga a espalda de los demás. La de la puñalada trapera. La que promete el oro y el moro y de la que sólo consigues gato por liebre.
Esa gente que aún se permite el lujo de ofenderse y reclamarte si te enfrentas a ellos -¡Oh! Lamento que mi espalda haya roto tu cuchillo. ¡Que grosería imperdonable!-.

Prefiero los bravos por conocer, que de los supuestos mansos líbreme dios.
Admiro a la gente que va de frente. A los valientes (que no los insensatos). A los que arriesgan por sus principios. A los que son capaces de mirarte a la cara y decir: sí, yo dije eso. A los que siempre se atreven. A los consecuentes. A los honestos...
A los que, en resumen, aún tienes que agradecer -a pesar de todo- ser como son.

Yo necesito adversarios a los que admirar, no de los que alejarme asqueada.

Compañeros de viaje