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miércoles, 31 de octubre de 2012

El Ciclo de la Luna Roja

Halloween, noche de Samhein. Esta es la noche en la que el tenue tejido que separa los diferentes mundos desaparece. La noche en la que cientos de las mecánicas animaciones de Denéstor Tul, de Rocavaracolia, un mundo agónico y devastado que aún lucha por sobrevivir, buscan ávidamente chicos especiales que, seducidos por el demiurgo, sean arrebatados de su mundo y de la memoria de los suyos para ser enviados a la más aterradora prueba de supervivencia. Así empieza "La Cosecha de Samhein", la primera de las novelas de la trilogía de José Antonio Cotrina que componen "El ciclo de la Luna Roja".
Doce adolescentes escogidos por sus capacidades extraordinarias despiertan en un mundo extraño que les es hostil y que hará todo lo posible por destruirlos o convertirlos durante el año que dura el ciclo de la Luna del título, y durante el cual el acceso entre mundos permanece inaccesible. Mientras tanto, el Consejo de la moribunda ciudad observa y evalúa la cosecha de este año, la más numerosa desde que la memoria alcanza, y en la que ponen más esperanzas: desde hace más de treinta años ninguno de los convocados ha llegado con vida al cierre del ciclo.

 En "Los hijos de las Tinieblas" los supervivientes de los primeros días comienzan a demostrar y desarrollar sus particulares aptitudes. Se crean alianzas y afectos, incluyendo los de algunos miembros del Consejo que tienen prohibido, bajo pena de muerte, intervenir en la cosecha. Mientras los chicos maduran, se hacen fuertes y aprenden a vivir sorteando los numerosos peligros mágicos o no que la ciudad muestra, una amenaza externa mucho mayor se cierne sobre el Reino. Una amenaza contra la que el Consejo debe luchar.

 El tercer volumen  "La Sombra de la Luna" nos muestra el destino de los convocados. El cierre se aproxima a su fin mientras Rocavarancolia se enfrenta al más antiguo de los males.

Magia, criaturas míticas, fantasmas, ángeles, monstruos, guerras, amor, avaricia, lealtad... Y todo ello mezclado en el crisol de una ciudad de una belleza cruel y ajada, capaz de destruirte o transformarte para siempre.

( Y sin que nadie se entere, y en voz muy bajita para que no haya enfados, ésta va por mi Cris)

Compañeros de viaje