Los seres humanos hemos nacido con la posibilidad de poder experimentar el placer. Y - salvando las distancias con los grandes goces de la vida a los que solemos aspirar- qué mayor deleite que el que nos proporcionan las pequeñas realidades cotidianas.
Calzarse las zapatillas, un trago de agua fresca, una leve caricia... yo no necesito grandes cosas para sentirme bien. ¡Qué felicidad da dormir en casa! ¡Qué gusto da lavarse la cara! O quitarse ese pelillo que lleva unos días resistiéndose. ¡Cuánta dicha en abrir un libro nuevo, en un abrazo, en una canción...! Tu voz al teléfono, saber que estás bien. Pintarse los labios. El color de una flor. Ganar al Scrabble. Un bocadito de chocolate. Caminar descalza por la arena mojada...
El Mundo es algo maravilloso que nos rodea. No comprendo a esas personas incapaces de gozar de los pequeños regocijos de la vida. Éstos son tan infinitos como nuestros anhelos.
9 comentarios:
simplemente Eli, me alegra leerte esta entrada.
Gracias, amor.
Vuelvo a casa después de un par de días de estar acompañando a un familiar en el hospital y no hallo sensación más deliciosa que encontrarme tan bien aquí.
Y aunque en un par de horas he de salir de nuevo, aquí estarán mis pequeños placeres esperándome.
Hay que disfrutar de los pequeños placeres.
Me alegro de que estés de vuelta, Eli.
Sólo por un rato, Cris. Pero me alegra.
Preciosa entrada :)
Es un verdadero lingotazo de optimismo puro y duro, jejeje.
Besos y abrazos.
Amén, Reina. Que nunca perdamos la capacidad de gozar de estas magias.
¡Qué entrada más bonita, Eli!
Me alegra mucho tu vuelta y el leerte tan consciente y gozosa.
un beso
:D claro que sí! los más pequeños son los más grandes.
Gracias, chicos.
¿No queréis compartir los vuestros? ;-)
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