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sábado, 1 de diciembre de 2007

If You Could Read My Mind


Hace tan sólo un par de noches alguien, preocupado, me preguntó acerca de mis escritophenias.
Pensaba que era transparente en exceso, que quizá estuviera dejando asomar más de lo que debiera, que dejaba demasiado entrever entre líneas. Y sin embargo tuvo la generosidad de explicarme su opinión y de permitir que le respondiera.

¿Qué verías si pudieras leerme la mente?
A priori, cantidad de fantasmas; viejos demonios; recuerdos dolorosos; inquietudes...
Cualquiera que haya deseado alguna vez poner el freno a sus pensamientos me entenderá.
Pero también tengo cantidad de cosas buenas a las que aferrarme.
He vivido eones de emociones, he gozado de océanos de amor, he saciado toneladas de caprichos y curiosidades y sobre todo he logrado conocer mi millón de amigos.
Y es verdad que suelo escribir poco o nada sobre lo que me pone las pilas. No sé...
Quizá guarde esos tesoros como un loco avaro, quizá me dé miedo que se rompa el hechizo si lo comparto.
Pero creo que la respuesta es más sencilla aún:
Creo que simplemente intento sacar lo de disonante que hay en mí. Que los pensamientos son como las muelas: que sólo te fijas en la que duele. Que cuánto más duele más insistentemente te la tocas con la lengua hasta que sacas el valor necesario para arrancarla de tí.

Una vez fuera, yo sigo siendo el cascabel que suelo ser y que recuerdan quienes me conocen bien.
Y si pudieras leerme la mente te reirías conmigo, te reirías de mí. De las cosas que me avergüenzan (pero sólo una chispita, que conste), de las que me hacen sentir orgullosas, de las que me enternecen, de las que me ponen(y de quienes me ponen también), de las que me dan subidón y de las que son como un bálsamo.

Las cosas que he escrito están escritas con toda la intención.
He expresado exactamente qué decir y qué ocultar. Sé que han cumplido su finalidad -su doble finalidad- y eso es de lo que se trata.

No obstante te doy las gracias, K. Por tu sinceridad. Por tu preocupación. Por obligarme a darte una explicación.


Esta entrada va dedicada a todos aquellos que alguna vez me preguntaron si me pasaba algo. Pero en especial a aquellos que tuvieron la generosidad de quedarse a escuchar mi respuesta.


¿Quieres oirla?

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Prefiero que me lo cuentes tú personalmente, sabes que adoro una buena conversación.

Eli dijo...

Y yo adoro hablar contigo, Ado.
Gracias por todo.

Cris dijo...

Igual que a Ado a mi me gusta que me cuentes tus cosas personalmente.
Echo de menos las conversaciones entre las tres. Muchos besos.

Eli dijo...

Cris, siempre tengo un rato para tí.

Lenka dijo...

Ya sabes, Eli. Cuando quieras y sobre lo que quieras. Como siempre. Mil besos.

Eli dijo...

Len, como siempre. Hasta el alba y más allá...

Ina dijo...

No sabía de este sitio... (¿ves como es verdad que nunca me entero de nada?)

Como los demás Eli, yo tambíén prefiero que tu mente me la vayas leyendo tu, al ritmo que elijas...

Eli dijo...

Bienvenida, Ina, a este rinconcito. Ponte cómoda, sírvete algo de beber y empecemos la charla.

Guaja dijo...

Reconozco que no soy muy dada a preguntar a los demas como estan. Pero es porque doy por sentado que en cuanto necesiten hablar, reir, callar, o lo que sea que necesiten, saben que estoy aqui.

Es un fallo, no tendria que esperar a que la gente hable, aunque lo haga por prudencia. Todos necesitamos que nos pregunten alguna vez.

Eli, gracias a ti me he dado cuenta de esto. Un millon de besos.


Compañeros de viaje