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domingo, 25 de mayo de 2008

Dioses y Monstruos


Los pequeños diosecillos de lo cotidiano deben estar felices. Están volviendo a hacer de las suyas. Mueven sus fichas, barren el tablero, y desde allí arriba observan el caos minúsculo y deliberado de sus maldades.

Los dioses han sido especialmente crueles con (llamémosla hoy) María.
María no quiere vivir. A su aspecto socialmente mal visto se une la dolorosa y extensa secuela de una enfermedad que la mantiene postrada en cama, absolutamente a merced del malhacer de una familia para la que cuidarla se ha convertido en un lastre y que no dejan de recordárselo constantemente.
María se siente como un monstruo. Pero el monstruo no es precisamente ella.

Yoli (llamémosla hoy así) tiene siete añitos. Y desde hace cuatro sobrevive gracias a las celebérrimas pastillitas azules. Esas tan solicitadas. Azules a juego con el color de sus labios.
Desde los tres años su mami vela porque Yoli realice una terapia que no entiende y que le cuesta mantener. ¿Quién mejor que ella para llevar el control?.
Pero la soberbia es mala consejera. Y ocurre que los mezquinos diosecillos caidos, reencarnados en estrictos funcionarios, no entienden sino la tiranía del ordenador.
El monstruo de los reglamentos no comparte las razones del corazón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que esos diosecillos no están en primera linea de acción. Como odio estas cosas.

Jose dijo...

Me da a mi a veces que son hasta funcionarios (sin ofender Eli, que tu lo haces con la cabeza y el corazon)!!

Guaja dijo...

Que impotencia vivir con estas cosas en tu dia a dia. Es una de esas cosas negativas a los que seguro que una nunca se acostumbra.

Besos, Reina.


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