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domingo, 10 de agosto de 2008

El Otro Lado del Espejo

Alicia tiene 15 años y un coeficiente de inteligencia superior al 98% de la población. Es guapa o lo hubiera sido en otras circunstancias. Porque Alicia tiene un trastorno de la conducta alimentaria y pesa 35 kilos.


No está muy segura de cómo ocurrió, pero aprovechando un despiste de su madre robó la llave del baño encerrándose dentro.
Evitando el espejo se puso a buscar frenéticamente en el botiquín laxantes, diuréticos o cualquier cosa que la hiciera vomitar. Pero no había nada de eso.
Su frustración acabó postrándola en el suelo. Ni siquiera tenía lágrimas para sí misma, sólo la rabia por ese cuerpo al que detestaba por su debilidad. En su Cielo perfecto la comida no existe. La materia se nutre de sí misma y se consume a placer.


¿Por qué no? se preguntó por enésima vez; la huida de este mundo se presentaba como una tentadora alternativa. Pero su madre era cuidadosa y había sido adiestrada por profesionales. No había nada en el baño que pudiera utilizar.


Se sentó en una esquina, acorralada, con ojos de derrota hasta que se le ocurrió la solución.
Paradójicamente sería de la manera que más asco le daba: mordió sus muñecas hasta sangrar.
El flujo de sangre que escapaba era hipnótico, y mientras se sumía en la inconsciencia Alicia comenzó a caer por la madriguera del conejo. Una caída de la que no atisbaba el final.

Súbitamente se encontró de pie frente a una puertecilla minúscula. Junto a su zapato una galleta tenía una etiqueta con la leyenda "Cómeme".
El estómago le dio un vuelco. No pensaba meterse esa porquería en la boca. Pero no parecía haber otra salida.
Se le ocurrió que era bastante menuda y que si se contorsionaba lo suficiente cabría por la puerta. Y así lo hizo, a costa de la integridad de su piel.


Su primera percepción fue el olor a sopa con demasiada pimienta. Muerta de asco se tapó la nariz para seguir avanzando. Y entró en la pequeña cocina donde la Duquesa, rolliza, sostenía un bebé en brazos mientras su criada removía la sopa.
-¡Menos mal que has llegado!. Toma, sujeta.-
Y sin dilación entregó el bebé a Alicia.

Algo no iba bien: estaba caliente, olía raro. El bebé no era tal, sino un lechón asado cubierto aún de chorreante grasa.
Alicia soltó aquello asqueada, y corrió despavorida y ciega hasta que tropezó con algo.

El sonido de vajilla rota le hizo abrir los ojos: acababa de toparse con el sombrerero loco y sus meriendas eternas de no-cumpleaños.
-¿Es que en este lugar no hay más que comida? -gritó su frustración a los cuatro vientos, sin notar que una enorme sonrisa, que parecía suspendida en el aire, aparecía de la nada.


Alicia huyó de las setas para crecer, de las langostas y de la tortuga artificial, y corrió y corrió hasta que se topó con la Reina de Corazones, que era negra, no tenía piedad y la acusó de hacer trampas en el croquet.
Sin juicio previo, sin apelaciones, la condenó a comerse las tartas robadas.


¡No podía imaginar un castigo más cruel! Pero por más que lloró y pataleó, por más que rompió todo lo que estaba a su alcance, por más que suplicó, amenazó o hizo chantaje, la Reina fue inflexible. Estaba condenada.


Mientras la llevaban al patíbulo-comedor, una extraña sonrisa apareció a su lado acompañando al lustroso cuerpo de un gato rayado.
-Yo puedo sacarte de aquí. Pero la opción no es ningún Paraíso, te lo advierto.
Mírate en el espejo, mírate bien hasta que te duela, cierra los ojos y avanza un paso.-
Así lo hizo Alicia.

Cuando abrió los ojos un grito de horror se congeló eterno en su rostro.

Había llegado al Infierno. Y estaba hecho de mazapán y chocolate.

8 comentarios:

Lal dijo...

Los pelos como escarpias, nena. Maravilloso, y toda una lección!
Soberbio!

Cris dijo...

Con la boca abierta me he quedado!!! Me encanta, eli.

Jose dijo...

Má dejao usted con los ojos como platos!!Ya podias haber empezado a ponerlos antes!!!

Eli dijo...

Los cuentos se me ocurren de la manera más tonta: oyendo conversaciones o leyendo algo curioso.
Nunca antes se me había ocurrido publicarlos, ni tan siquiera plasmarlos en papel.

Éste en concreto surgió cuando vi la foto de la actriz escogida por Burton para hacer de Alicia. Pensé que estaba demasiado delgada para un cuento que está lleno de comida.
La experiencia con las niñas hospitalizadas hizo lo demás.

Me alegro que a alguien le gusten tanto como a mí :)

Anónimo dijo...

Precioso cuento, pero si el infierno es de chocolate...

Alberich dijo...

Genial.

Lenka dijo...

Eli, me acabas de dejar con la boca abierta. Es buenísimo!!! Enhorabuena!!!!

Celadus dijo...

Fantástico, eli.


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