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martes, 5 de agosto de 2008

Siempre nos Quedará París

Lo sé. Estoy total, absoluta y estúpidamente enamorado. Y estoy perdido.

No era la primera guardia que hacíamos juntos, pero quizá sí de las más duras. Habíamos matado los escasos tiempos muertos hablando, como hacemos desde hace años, y todo parecía ir bien, hasta que la noche se complicó con un caso particularmente emotivo y difícil.

Habíamos perdido el contacto después de la facultad. Durante los años de estudios habíamos sido buenos amigos, conspiradores, confidentes...aunque confieso que la idea de un romance nunca estuvo alejada de mi cabeza. Pero ella parecía disfrutar del status quo y yo nunca me atreví a hacer un gesto que pudiera romper una relación que valoraba tanto.

A pesar de los buenos propósitos el inevitable éxodo de los primeros curros nos llevó por caminos separados. Pero quizá porque la gente afín tiende a reencontrarse, desde hace tres años compartimos turno y servicio.

La complicidad reapareció entre nosotros sin grandes aspavientos. Sólo que ahora ella llenaba su vida con un abogado y dos niñas preciosas, mientras que yo, eterno ilusionado, confiaba mis anhelos a una sucesión de mujeres de las que no conseguía más que decepciones.

Esta noche de la que hablo, el abogado -no dispuesto a derrochar un alquiler- estaba en la playa con las niñas.
Quizá fue el reparo a llevar la dura experiencia que habíamos vivido a una casa vacía sin nadie en quien apoyarse. Quizá el frío de la hora que precede al alba se nos había metido bajo la piel. Pero cuando nos marchábamos ella, sorprendentemente, me invitó a desayunar.
-¡Anda, sí! En esa boulangerie que tanto te gusta... ¿No hueles a brioches recién horneados?

Y me guiñaba el ojo con picardía...¡que bien conoce mis debilidades!

El dueño, un paleto venido a más, gustaba de usar rayas horizontales y un bigote de guías.
El local, de merecida fama, evocaba uno de aquellos famosos cafés de París. Y para dar la nota no faltaba un moderno Quasimodo barriendo el escalón de la puerta.
Nos sentamos en un velador de hierro forjado mientras nos servían el preceptivo cafe au lait.

La conversación, como siempre, fluyó fácilmente. Ella no podía quitarse de la cabeza la casa vacía que la esperaba, así que para animarla me lancé a relatarle mis últimas conquistas a cual más descabellada.
Mientras yo trataba de hacerla reír, ella me miraba con dulzura. En un momento determinado, acercó su mano a mi rostro, y rozándome apenas con los dedos murmuró:
-Mi pequeño Pierrot, siempre enamorado de la Luna...

Y supe que acababa de perder el norte.

Hacía frío al salir. La niebla parecía conspirar para mantenernos apartados del mundo. Ella se agarró de mi brazo, quizá para conseguir un poco de calor, y yo la rodeé con el mio.
Caminábamos solos. Mi cabeza, acelerada, imaginaba las más inverosímiles posibilidades.
Notaba su cuerpo pegado al mío, anhelaba tocarla más allá de lo que las costumbres y las buenas maneras nos permitían, sufría por perder la cabeza con ella, y antes de darme cuenta de lo que hacía la había girado hacia mí y besaba su rostro como nunca besé a nadie.

Sus labios sabían a lágrimas y a decepción. Retirándose muy despacio pronunció una sola palabra:
-No.
-Lo sé...

Me quedé mirándola cómo se alejaba en la niebla. Mientras me ajustaba el ala del imaginario sombrero y me ceñía mi eterna gabardina levantando el cuello, murmuré quedamente, con el cigarrillo aún colgando de la comisura de mis labios:
-Vuelve con él, sí. Tienes que hacerlo o te arrepentirás. Tal vez no hoy, tal vez no mañana, pero pronto y para el resto de tus días...

11 comentarios:

Lal dijo...

Precioso, Eli.
Es tuyo? si es así, tengo que decir que nunca dejarás de sorprenderme.
Si no lo es, solo me queda alabarte el gusto, que no es moco de pavo.

Eli dijo...

Sí que es mío, Lal.
Nunca os había dicho que de vez en cuando una vocecita inquieta me ronda. Y que no para hasta que encuentra la manera de hacerse notar. Pero nunca antes había enseñado nada.
No sé porqué esta vez he sentido ese impulso.
Me alegra que te haya gustado.

Cris dijo...

Me encanta Eli!!! La verdad es que a mi también me has sorprendido. Así que ya sabes, sigue escribiendo.

Anónimo dijo...

Enhorabuena pues, porque es precioso. Hazle caso a esa vocecita inquieta, que sabe mucho ;), y deja que se haga notar como hoy. Un beso. Carlota

Eli dijo...

Gracias, chicas. Y bienvenida, Carlota. Me alegra verte por aquí.

Emilio Núñez dijo...

A mí también me ha encantado Eli. Además, me has tocado la fibra sensible, uno que le tiene simpatía a esos Rick Blaines del mundo.

Eli dijo...

¡Siií! Jeje

Alberich dijo...

Fantastiquè!!

Lenka dijo...

Pero, Eli!!! Qué callado te lo tenías!!! Me ha encantado, es realmente precioso!!! Enhorabuena!!!! Dile a esa vocecita inquieta que no se calle jamás. Y, por favor, no dejes de compartir sus frutos con nosotros!!!

Jose dijo...

(0_0)!!!Eli!!!vaya historia!!La proxima vez no tardes tanto en sacar a la luz tus escritos!!Si aqui entre todos vamos a poder escribir un libro!!

Anónimo dijo...

Que arte niña. Y que bien escondido lo tenias. Ahora wue ya conocemos esta faceta, no nos hagas esèrar más.


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