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sábado, 21 de junio de 2008

Lo Que Queda Del Día


Nunca he podido tener verdadero respeto por las personas incapaces de mantener una palabra, una promesa, una opinión.
Pones tu confianza, tus expectativas en alguien que constantemente te defrauda. Y al final acaba perdiendo toda la credibilidad y tú la ilusión pueril de que esta vez sea diferente.
Yo creo que hay verdadero honor en mantener los principios, en el compromiso tácito con uno mismo para arrostrar el sacrificio que a veces supone serse fiel.
Claro que es mucho más fácil dejarse arrastrar por la corriente. Pero a la larga, es también mucho menos satisfactorio.
Sin embargo, encuentro una excepción en ser consecuente: los extremismos.
Hay que ser fuerte para mantener la propia ideología, las convicciones, los compromisos...pero no lo bastante como para perder la flexibilidad que algunas circunstancias requieren.
No entiendo a las personas que son capaces de sacrificar la felicidad propia o la ajena, su bienestar o el de otros, por un concepto del orgullo mal entendido.
La vida te enseña que muchas veces hay que agachar la cabeza y ser lo bastante humilde como para reconocer que nos hemos equivocado.
Y no pasa nada: siempre se puede retomar el camino.
Siento lástima de los Stevens que andan por ahí con la cabeza tan alta. No verán las piedras del camino hasta que tropiecen con ellas.

5 comentarios:

Jose dijo...

Que razón tienes en lo de las piedras!! Pero lo peor es que después de tropezarse seguramente se vuelven a levantar y dicen "si yo ya la habia visto....", jaja!!

Eli dijo...

Cierto, Jose. Y probablemente en apariencia su orgullo no sufre. Pero imagina esa sensación íntima de ridículo...

Lal dijo...

Comparto todas y cada una de tus palabras, Eli.
Y esas veces en las que se agacha la cabeza son el máximo exponente del honor.

Anónimo dijo...

Pero es que es sano admitir que te equivocas. Yo se que no tengo las respuestas a todo (si fuera asi seria dios, R´holl, valar,... o el que sea). Y admitiendo tus errores es como se aprende, ni orgullos ni vanidades ni leches.
Así es como e han educado a mi, y creo que em va bien.

Cris dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, eli.
Todos deberíamos ser capaces de admitir que nos hemos equivocado.


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