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miércoles, 8 de octubre de 2008

La Piel del Tambor



Aún recuerdo el piano
de aquella niña
que había en Sevilla,
la novia del embarcado
nunca la siesta dormía.
Sola en los corredores de mecedora,
de consola y lorito, sueña el querer
que a Cuba se fue,
y aquella mujer
está tocando el piano;
escriben sus blancas manos
cartas de amores
que han de volver...



Nadie cantaba habaneras como Carlos Cano. Y en palabras del maestro Reverte:
“...Una de sus canciones, Habaneras de Sevilla, tiene mucho que ver con el arranque de una novela mía, tal vez porque un día, durante un largo viaje, escuché su voz cantando: Aún recuerdo el piano...y ya no pude desprenderme durante el resto del viaje, ni en los días siguientes, de la sensación agridulce, melancólica, que aquella bellísima canción me había dejado. La Carlota Bruner de La Piel del tambor tiene mucho que ver con ese momento, con esa canción decadente y nostálgica que, aunque la letra fue escrita por otro, es para mí lo que es precisamente gracias a la voz del hombre al que hoy me refiero.”

Pérez Reverte ha escrito una novela de amor alrededor de una vieja postal. Una novela donde el género policíaco se mezcla con el folletín. Donde la tecnología se mezcla con las viejas tradiciones, la aristocracia con los personajes más marginales, los viejos pecados con las nuevas tentaciones.
Una novela donde el chantaje, la extorsión, la especulación inmobiliaria y la recalificación de terrenos obligan a tomar medidas drásticas.

Cuando la integridad de una vieja iglesia barroca en el corazón de Sevilla peligra por la intervención del Banco Cartujano, que prevee una importante operación comercial con un grupo saudí llamado Sun Quafer Alley, una vieja duquesa y su hija, asociadas a un grupo de pintorescos personajes deciden plantar cara y evitar la demolición.
La clásica medida del “no nos moveran” no parece surtir efecto. La apelación a las altas instancias católicas de la ciudad tampoco reciben respuesta. Y cuando comienzan las muertes, es hora de tomar medidas desesperadas: La violación del ordenador personal del Papa por un pirata informático obliga al Instituto de Obras Exteriores del Vaticano a enviar a su mejor hombre.

En una ocasión Arturo Pérez Reverte comentó que cada libro tiene su momento y su lugar. Y en ninguna otra ciudad que no fuera Sevilla se hubiera podido desarrollar la historia que nos interesa.
Solo en la Tierra de María, una tierra anclada al pasado pero que mira al futuro, podría el maestro construir una historia dual, una historia donde las tramas económica y criminal se yuxtaponen con el carácter peculiar de sus personajes y sus interacciones.

Durante una particular sobremesa Pérez Reverte confirmó la deliberada inclusión del tópico de sus creaciones elevado a la enésima potencia: “Sevilla es así, y así son allí muchos de sus individuos, y yo quería retratarlos tal cual”:
Macarena Bruner, abanderada de Romero de Torres, bellísima y peligrosa y aún así la menos letal de las heroinas revertianas; Don Ibrahim, nostalgia de un Imperio que se evapora como el olor de un buen habano; Pencho Gavira, depredador sin escrúpulos, engominado y de raya en el pantalón; Cruz Bruner, perlas encaje y cocacola, excéntrica como sólo el más rancio abolengo se permite; El Potro del Mantelete y la Niña Puñales, memoria triste de lo que una vez pudieron llegar a ser; pero sobre todo la distancia entre los dos sacerdotes, ambos soldados de Cristo. Como dice el padre Ferro, cura de sotana y churros con chocolate los domingos: “Somos la vieja y parcheada piel del tambor sobre la que aun redobla la gloria de Dios. Y sólo un loco envidiaría semejante secreto. Nosotros conocemos al ángel que tiene la llave del abismo”. Y el padre Quart viene de vuelta de ese infierno.Un perro de Dios que tiene más de 007 que del padre Brown. Un Alatriste rediseñado por Armani y Patek Philip, con el que comparte el dudoso honor de hacer el trabajo sucio de los poderosos, la falta de humildad, la lealtad a una institución, la visión del horror, viejos fantasmas y nuevas tentaciones, preciso y fiable como una navaja suiza.


Fantasymundo

5 comentarios:

Lal dijo...

No leo esta entrada porque La piel del tambor está en la balda de espera y no quiero saber nada de nada, ya te contaré cuando la lea :)

Jose dijo...

Te ha quedao de 10!!! ;)

Cris dijo...

Está muy bien eli!!! Enhorabuena.

MacVamp dijo...

Jo, pequeña, que te ha quedado genial ;-)

Yo le tengo mucho cariño a este libro porque fue el que me presentó a Don Arturo, el que me enganchó a su prosa y a su forma de describir no sólo lugares, sino sentimientos y reacciones.

Gracias por visitar mi blog, siempre que puedas y quieras, deja una señal de que has estado por ahí ;-)

Un abrazo,
Mac

Eli dijo...

¿Sabeis? Yo le tengo mucho cariño a este libro, aunque no sea mi favorito, por el amor que le tengo a Sevilla y por una anécdota simpática que le pasó a mi padre con Pérez Reverte mientras estuvo viviendo en Sevilla los seis meses que tardó en documentarse.

Bienvenida, Mac, un placer leerte. Para hacerlo con más comodidad me he tomado la libertad de enlazarte.
Besos.


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