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sábado, 25 de octubre de 2008

Nunca es Lupus




Llega el Otoño y aparte de las hojas caducas, el color rojo y dorado y la vuelta a los corticoles vuelven al la pantalla casera las nuevas temporadas de las series que nos mantienen pegados al sofá flipando cual chute de lisérgico.

Y yo que soy una viciosa aburrida, porque hace tiempo que dejé las adicciones carnales, necesito mi dosis semanal (ayns, ojalá fuera diaria) de patadón en las tripas.

Y ahora que me he ventilado en un mes las cinco temporadas completas de A dos metros bajo tierra (imperdonable el descubrimiento tardío de la primera serie que consigue sorprenderme en CADA capítulo) y que El oscuro pasajero- de profesión forense y carnicero de la bahía en sus ratos libres- está a punto de acabar (vuesas mercedes me van a perdonar el entusiasmo, pero el chaval tiene un morbazo que ya quisieran para sí los grandes manipuladores mediáticos) tengo que conformarme de momento con la chulería innata y caidita de ojos del señor Horatio al menos hasta que la cadena responsable decida que ya es hora de ir al doctor.

Así que por si acaso voy preparando los chupitos (Ado: sigo contando contigo para llevar la cuenta, jaja) mientras House (está claro: lo que mola son los chicos malos) sigue guardando el alijo en un libro de consulta porque al fin y al cabo: ¡Joder! Nunca es lupus.
Aunque precisamente eso sea lo que me da de comer.

3 comentarios:

Juan dijo...

El día que sea Lupus, no lo acertará, jejejeje, se le morirá el enfermo.

Un abrazo

Ado dijo...

Claro que cuentas. Yo estoy como tú, esperando, aunque yo tengo la ventaja de estar enganchada a más series que tú jajajaja

Cris dijo...

Jajaja. Al final tendré que ver la serie.


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