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martes, 23 de diciembre de 2008

Anaïs en Collage


“Yo soy todas las mujeres de mis novelas, pero además soy otra mujer que no aparece en ellas. He tenido que escribir. He tenido que escribir sesenta volúmenes de mi diario, hasta este momento, para poder contar algo en mi vida. Al igual que Oscar Wilde, en mi obra sólo puedo volcar mi arte, y en mi vida, mi genio. Mi vida es imposible contarla. Cambio con el transcurso de los días, cambian mis designios, mis conceptos, mis interpretaciones. Soy una serie de estados de ánimo y de sensaciones. Interpreto un millar de papeles. Y lloro cuando descubro que otros los interpretan por mí. Desconozco mi yo verdadero. Mi obra es meramente un extracto de esa vasta y profunda aventura. Creo un mito y una leyenda, una mentira, un cuento de hadas, un mundo mágico, y al propio tiempo creo otro universo que se desmorona diariamente y me hace que me sienta como si siguiese los pasos de Virginia Woolf. He intentado no ser neurótica ni romántica ni destructiva sino, quizá, todas y cada una de esas cosas disfrazadas".

"Es imposible que me hagan un retrato a causa de mi movilidad. No soy fotogénica a causa de mi movilidad. La paz, la serenidad y la integración son algo desconocido para mí. Mi clima habitual es la ansiedad. Escribo del mismo modo que respiro, de una manera natural, fluida, espontánea, bajo el impulso de un aluvión que me desborda, pero no como un sustituto de la vida. Me interesan más los seres humanos que la literatura; tengo más interés en hacer el amor que en escribir; me interesa más vivir que emborronar papeles. Me interesa más llegar a ser una obra de arte que crearla. Soy más interesante que lo que escribo. En relación con las demás cosas, yo estoy mejor dotada. No confío en mí misma y, en cambio, tengo una gran confianza en los demás. El amor me es más necesario que los alimentos. Incurro en deslices y errores, y a menudo desearía estar muerta. Al salir del fuego es probablemente cuando adquiero una apariencia más diáfana. Siempre penetro en el fuego y, al salir de él, estoy mucho más viva".


"Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres: una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario, disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa, impetu, curiosidad, entusiasmo, interés".

"Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré al mundo. Me adapto a mí misma".


"Escribí, viví y amé como Don Quijote, y el día de mi muerte diré: “Disculpadme, todo fue un sueño”. Y entonces, ojalá encuentre a alguien que me replique: “No lo creas; todo fue verdadero, absolutamente verdadero".


Amén.

8 comentarios:

Lenka dijo...

Complicada persona, complicada mujer, complicado personaje el de Anaïs Nin. He leído poco sobre ella y nada de ella (aún). No hace mucho pesqué por casualidad una película sobre ella, pero me pareció que, como de costumbre, se limitaba a hacer hincapié en su fogosa vida sexual dejando de lado otros temas. Imagino que su vida fue mucho más compleja y no sólo una orgía continuada. Seguiré investigando.

Eli, para variar, salta la telepatía. Llevo varios días pensando en la Nin ;)

Eli dijo...

Me encantan las personas de personalidad muy definida, las que gustan de desmarcarse de lo aburrido, lo cotidiano, lo insustancial...

Anaïs Nin fue una mujer ecléctica que luchó por lo que quiso. Y supo definirse como nadie.
Yo me identifico mucho con ella en varios conceptos personales.
Y sin dejar aparte su sensualidad escribió con una exquisita agudeza, fue musa e influencia y una magnífica observadora de la naturaleza humana.

En cuanto a lo de la telepatía, jaja, ya lo echaba de menos.
Besos, guapa.
Y si te gustan las mujeres de carácter, léela.

Lal dijo...

Encantada, señora Nin. No tenía el gusto de conocerla. Habiendo sido presentada por quien lo ha sido, no cabe duda de que merece usted la pena.
Hasta pronto.

Alberich dijo...

Aaamén.

Cris dijo...

Un placer conocerla, Anais Nin. Habrá que leerla.

Sra de Zafón dijo...

Anais fue la musa de muchas chicas un poquito más mayorcitas que yo. Recuerdo a mi vecina Carmina, devorando sus palabras compulsivamente para atraparlas en su memoria mientras escuchaba a Janis Joplin. ¡Cuánto cambió nuestro mundo por dios! una chica que recitase a Anais era como poco una p...y si aún encima decía que no creía en dios la p.. acababan en on soea p..ón.
Sigue siendo fácil etiquetar a las personas pero antes éra terrible.

Se me ha ido el sueño pero reconozco que estoy dormida :-)

Juan dijo...

Te deseo lo mejor en estos días.

Un abrazo

Eli dijo...

A mí siempre me ha gustado, Chusa.
Será porque nunca le he hecho mucho caso a eso de las etiquetas. ¡Y vaya si me he ganado yo alguna!
Pero es algo que siempre me ha dado igual.

Anaïs Nin, Lal y Cris, fue una poetisa francesa, hija de cubanos de orígenes tan dispares como catalán y danesa.
Desde que su padre la abandonó tomó la costumbre de escribir en un diario, lo que siguió haciendo a lo largo de los años.
Después de unos 20 años se reencontraron y mantuvieron relaciones incestuosas.

Conoció en influyó sobre mucha gente importante en el ámbito de las artes, las letras y la psicología.

Fue amante de Henry Miller (y de su esposa, June, que la inició en el voyeurismo y el safismo) y lo impulsó para que publicara "Trópico de cáncer", su gran novela.

Durante una época de escasez económica Miller y ella aceptaron escribir entregas eróticas para un excéntrico millonario que se hacía llamar "El coleccionista" y que les pagaba a dolar la página.
En una ocasión, indignada, le escribió lo siguiente:
-“No sabe lo que se pierde por su observación microscópica de la actividad sexual, excluyendo los aspectos que son el combustible que la enciende: intelectuales, imaginativos, románticos, emocionales. Esto es lo que le da al sexo su sorprendente textura, sus transformaciones sutiles, sus elementos afrodisíacos. Usted reduce su mundo de sensaciones, lo marchita, lo mata de hambre, lo desangra”.

Un abrazo a tí también, Juan.

Besos, y pasad una feliz Nochebuena.


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